SOBRE UN VERSO DE DICKINSON
"Tener el deseo de morir” dice un admirable verso de la escritora
norteamericana Emily Dickinson. Tal vez este era el deseo de mi
madre después de 92 años de vida, o el de Julio Subocz, matemático brillante, tímido, pero de una sonrisa infinita. Hay momentos en la enfermedad, cerca de la muerte, que este deseo
aflora, nos llama. Hay bosques (o parques) en el Japón (creo que lo
dijo Paul Claudel), usados para estos menesteres. Este “tener el
deseo de morir”, desde el silencio, desde un deseado anonimato
(“No tengo suficiente fuerza ahora | para decírselo a la abeja”) se
hace un eco notable, hermoso en una de las voces femeninas más
transparente que he admirado.