matilde benavides, invitacion a un entierro con caraotas a leña. Narracion del POETA Y CUENTISTA de la 106 de Calicanto. (Maracay edo. Aragua 1.945)

in entierro •  7 years ago  (edited)

Invitación a un entierro. El día de las caraotas con cochino, Roberto Rossi y Antonio Masel pasaron temprano por mi casa, mientras tomábamos el café les comenté lo que se venía planeando desde hace tiempo para reunirnos. Todo esto se debe a una puntada de culo que traen hace días Gerardo Navarro y Óscar Lugo (Agua Santa), me imagino debe ser una de sus recetas extraídas de la televisión por cable. Luego de despedir a los amigos me dispuse a rastrillar el patio, quemar la hojarasca y dejar la leña apilada, todo quedó listo para esperar al chef (Agua Santa) y a los invitados quienes sin dificultad los inventarié mentalmente por el recuerdo de otros años. Ese día, muy temprano, aún de madrugada, gracias a internet ya estaba enterado lo de mi escrito, había sido publicado en uno de los diarios donde acostumbro a escribir en mi querida Maracay.
Luego de echarme el consabido baño en el perolón del topochal, en la bicicleta me fui al kiosco, no sin antes echarle una mirada al reloj del celular, eran las nueve de la mañana del sábado 27 de diciembre, así que me dispuse a salir en busca de mi escrito. Como ya es costumbre pedí tres ejemplares, uno para mi mamá, otro al archivo y el familiar, estando frente al kiosco y con avidez releía mi trabajo, algo muy fuerte me hizo girar la vista, se trataba de una señora de ojos verdes de mediana edad, quien muy elegantemente vestida con taller verde esmeralda, zapatos de tacón alto, también verdes y bufanda igual en el cuello, aún no dejaba de mirarme, perturbado caminé hacia ella acercándole el periódico, como invitándola a leer, le dije:
-Si éste es un artículo que me publican, se trata, tú sabes.
Como iba a saberlo si aún no me quitaba la vista de encima, acrecentándome los nervios le estreche su mano, sintiendo el frio calar hasta mis huesos, le dije:
-Me llamo Virgilio, igual como dice aquí -para darle apoyo a mis palabras señalando con el índice debajo del título: “Las Caraotas De Agua Santa A La Leña”
-Ah! hola Virgilio, soy Matilde Benavides, tengo muy poco tiempo por aquí.

-Ah qué bien ¡Bienvenida! -le conteste, -igual también soy vecino aquí en Calicanto, precisamente el condumio al cual hago referencia en mi escrito lo vamos hacer aquí en la urbanización el día de hoy, es algo muy sencillo por lo general acostumbramos hacerlo a leña. Aprovechando así la oportunidad de invitarla, le di mi dirección: -Al final norte a la paralela siguiente ésta mi casa, la única sobre el cerro, ahí te esperamos Matilde a golpe del mediodía -le dije, ya para despedirnos. La mañana transcurrió rápido, el primero en llegar fue el chef con todos sus aparejos de cocina, montó los granos que ya tenían dos días en remojo, atizó el fogón, no sin antes tomarse un trago de agua santa. Al lado del fogón improvisando un brasero puse asar un solomo argentino (pdval) muy bueno por cierto, el cual nos sirvió de puntal, hasta esperar las caraotas. Llego la gente: David y Marisa, la Doctora Benchimol, Brito el carnicero, Come Mono, Roberto y Antonio, Raúl y Judit, unos nuevos amigos, solo recuerdo que ella es docente y el abogado, viven en Margarita, Gerardo, Luis el llanero, hasta completarse un buen grupo con mi familia. El vecino Cheche, mi hermano, por encima de la cerca nos pasó unas sillas y la música prendiéndose la fiesta, caña… caña… y más caña… en pleno alboroto llego Matilde Benavides, la presenté, la ubiqué en una silla ofreciéndole algo de tomar, “un whisky” me dijo, sirviéndome otro para mí, entablamos una agradable conversación sobre la novela del mexicano Carlos Fuentes (La región más transparente). Así en ese ambiente de camarería y chistes, servimos las caraotas, las caraotas más exquisitas que yo he comido se hicieron ese día aquí en mi casa, felicitaciones Agua Santa, muy buena sazón. Como en toda fiesta buena el tiempo pasa rápido, llegó la noche, se despidieron los viejos amigos, también Matilde Benavides. Ya solo me senté donde había pasado buena parte de la tarde, al lado sobre la silla había quedado el diario donde Matilde Benavides había leído mi escrito, lo tomé, abrí la página, llamándome la atención una esquela a un lado del artículo, decía así: “Virgilio te invito a mi entierro, mañana a las once en el cementerio Metropolitano, mi velatorio ésta siendo efectuado en la capilla gótica de la funeraria Vallés. Matilde.” ¡Coño!… me dije apurando todo el vaso de whisky, y dos más, será un mal chiste pensé repasando su personalidad. No sabía a quién llamar. En un instante estaba apersonado leyendo la cartelera de la Vallés: Matilde Benavides, q.e.p.d. el entierro se efectuará el 28/ 12 /2.008, a las 11 am.

Authors get paid when people like you upvote their post.
If you enjoyed what you read here, create your account today and start earning FREE STEEM!
Sort Order:  

Hi! I am a robot. I just upvoted you! I found similar content that readers might be interested in:
http://virgilioleon.blogspot.com/2010/05/

yes it is true. my work my poem and any thing are all in internet.