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En el comentario anterior cubrimos el tema de la vía exotérica y esotérica, como dos puntos de vista de una misma tradición, donde el exoterismo se ocupa de aquellas practicas más externas obligatorias a todas las personas, y el esoterismo en las practicas del trabajo interno que busca el despertar de la Conciencia del Corazón por aquellos cuya naturaleza se los exige.
Se mencionó que el conocimiento esotérico, propio de la Inteligencia del Corazón no puede ser transmitido ni enseñado, ya que por naturaleza es inexpresable, y que cada quien debe acceder a este levantamiento de velos de la conciencia a través de su propio trabajo y esfuerzo. Pero que la tradición y sus maestros pueden prestar una ayuda al caminante de la vía a través de una influencia que viene directamente de las Realidades Supremas, que busca crear un efecto de armonía y ordenamiento en la persona.
Esta acción conforme al Orden Universal, cuya influencia permite la facilitación de un ordenamiento interno es lo que en el lenguaje tradicional se denomina Iniciación.
Esta iniciación implica la utilización del principio de correspondencia, en virtud del cual el aspirante a la iniciación participa con su intención en pensamientos, palabras y acciones de una forma conforme al orden, es decir, conforme a un principio ritual.
Recordemos de nuevo, la palabra Rito viene del sanscrito Rita y significa propiamente “conforme al orden”. Cuando una persona es ordenada ritualmente, en virtud a la correspondencia entre el mundo superior y el inferior, se consigue una alineación por afinidad, y esta alineación ritual crea un recuerdo, una especie de afinidad de la verdadera naturaleza en el centro del Ser.
La persona así armonizada y alineada puede ahora continuar con este proceso en su trabajo interno, hasta que el levantamiento de estos velos deviene consciente. Pero el primer contacto con este efecto vivificante proveniente desde las Realidades Supremas, conforme a un orden ritual, y dicho rito en muchas sociedades tradicionales es conocido como la Iniciación. Y quien ha logrado pasar por este ritual, es entonces un Iniciado.
La iniciación para el caminante del sendero viene siendo un soporte, así como un caballo o una montura para recorrer el sendero más rápido. Todos recorren el mismo sendero, pero el iniciado a procurado de medios que lo transporten y lo remonten a su objetivo. ¿Por qué recorrer el camino a pie cuando puede ser recorrido a caballo?
La iniciación también ha sido comparada al acto ritual donde un tronco muerto, es revivido con el injerto de una rama vivía, que lo vivifica y lo hace crecer de nuevo. Es pasar la antorcha con el fuego del conocimiento superior a los hombres en la tierra. Este fuego que se pasa de maestro a discípulo consecutivamente es propiamente lo que es la cadena iniciática, ininterrumpida, desde la noche de los tiempos, guardada y protegida por los iniciados.
Son los centros iniciáticos los responsables de mantener estas cadenas de transmisión, y de ser los depositarios del conocimiento de la vía para los que recorren el camino. En el próximo comentario exploraremos más a profundidad el papel de estos Centros.