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Hemos señalado como la Tradición Universal cuyo origen esta en la noche de los tiempos y en los origines de la humanidad misma, posee un Tronco Principal de transmisión de una enseñanza que nos vincula con las Realidades Supremas.
Que cuando este Tronco se debilita, aparece un restaurador de la Tradición, un Mensajero que cumple la función de aclarar las cosas y completar un método. Reviviendo la antorcha de la Tradición, revivificando y adaptando la enseñanza al tiempo y el lugar donde es revelada.
También se comentó que cuando el mensajero y los maestros que transmiten esta nueva revelación desaparecen, de nuevo un proceso de alejamiento de los Principios Superiores toma lugar y la rama restaurada empieza a dividirse otra vez en divisiones causadas por las diferencias de sus miembros.
Este proceso que se repite continuamente obedece al Principio del Tiempo y sus Ciclos que vemos siempre presente en la naturaleza de las cosas. Así como el Buscador pasa por cuatro etapas de su Búsqueda: nacimiento, juventud, madurez y muerte. Así también una Tradición tiene su primavera, verano, otoño e invierno.
La primavera de una Tradición Particular se encuentra representada por su aparición y nacimiento, el verano tiene que ver con las etapas tempranas de su difusión, el otoño con la madurez y estabilidad de la Tradición en la Civilización, y el invierno con un periodo de recogimiento de la Tradición, donde se vuelve escondida y poco accesible. Esperando una nueva primavera y un nuevo nacimiento para empezar otro ciclo.
El cuaternario está siempre presente en estas correspondencias, lo vemos en las fases lunares, en las estaciones, en los ciclos de las plantas, etc. Estos ciclos tienen su causa en los Principios Supremos que dan origen a nuestra realidad y gobiernan no solo la vida humana y la humanidad toda entera, sino toda la existencia cósmica, por eso los podemos llamar los Ciclos Cósmicos.
De acuerdo con los Ciclos Cósmicos, el desarrollo de la humanidad se encuentra en una tendencia descendente y de alejamiento en su comprensión de los Principios Superiores y la Realidad Suprema, especialmente durante el invierno de una civilización.
Cuando la humanidad está al principio del ciclo, en su primavera, se dice que esta en una Edad de Oro, cuando entra en el verano o juventud de su desarrollo se dice que esta en la Edad de Plata, al entrar en su madurez u otoño corresponde a una Edad de Bronce y finalmente cuando el ciclo esta llegando a su fin en un invierno o vejez corresponde con una Edad de Hierro.
Precisamente, la civilización occidental se encuentra actualmente en un invierno de la Tradición, una época oscura y sombría de la edad de hierro. El frio del invierno corresponde a una falta de movimiento y de vitalidad, y su oscuridad con un velo que cubre la conciencia de la mayoría de la humanidad hacia los Principios Superiores.
En la civilización actual muchos sostienen que la humanidad se encuentra en la cúspide de su progreso ascendente, un progreso que incontestablemente se refiere únicamente su dimensión material, que se ocupa de las técnicas y métodos para entender y dominar la naturaleza sensible con el fin de producir ciertos efectos materiales y tangibles; Pero con una total indiferencia hacia los Principios Supremos, que se ubican en una realidad que esta más allá del cambio, y que como producen los Ciclos, se encuentran libres de su influencia.
Estas Realidades Superiores no vistas, se encuentran por encima del alcance de las herramientas y técnicas de medición de nuestra era moderna, y más allá de las capacidades de aprehensión de solamente la facultad racional. Desde el punto de vista de vínculo con los Principios, estamos en la parte más baja y menos avanzada del ciclo.
Una de las características propias de la Edad Sombría o Era de Hierro, es que la Tradición no solamente se vuelve oculta por incomprensión del entorno, sino que también es brutalmente atacada y perseguida.
Todo lo que se presente con un cierto espíritu Tradicional es victima de todo tipo de atropellos y prejuicios, que buscan aniquilarla y eliminarla como algo inservible para los tiempos modernos. Este ocultamiento defensivo de la Tradición tiene como objetivo resguardar el sendero hacia el conocimiento supremo y el éxito para generaciones futuras.
Estos conocimientos transmitidos desde la Edad de Oro de la humanidad son un medio que permite acceder, conocer y aprehender la Realidad Superior que da orden a toda la existencia. Y lo más importante, lo que permite al ser humano agotar sus posibilidades, y elevarse hacia su verdadera Naturaleza Primordial, naturaleza verdadera que exploraremos en el próximo comentario.