Amor Eterno

El terapeuta y escritor Gabriel Rolón, en su libro encuentros, relata un estudio de casos, que me pareció bastante conmovedor; veo la importancia de eliminar distancias al escuchar y tener misericordia con un ser humano, sin importar su condición; -un caso de amor eterno- bienvenidos apreciad@s Steemians.

Al llegar cierta mañana a un hogar geriátrico, donde prestaba sus servicios, escuchó rumores de una anciana recién llegada. -Se aclara que los servicios de alimentación, aseo y lavandería, a veces levantan mitos de una persona, desconociendo la verdadera historia personal- Ana parecía una anciana alegrona y talvez oportunista; una vez llegar, enseguida tuvo la visita de un anciano mayor, y eso despertó los rumores.

El terapeuta, dejó la visita de Ana para el final; y esperaba encontrarla alegre, escuchando música o practicando aerobics; pero encontró un panorama de tristeza y ausencia de sentido. Ella se limitó a responder preguntas, para llenar la hoja de vida. Al día siguiente volvió a ir a su habitación y el doctor estaba tarareando la canción: -no me arrepiento de este amor- a ella le gusto el tema, sonrió por el interés y respeto del médico.

El médico, hizo el hábito de visitarla de últimas; una tarde le preguntó si sabía algún tema musical que le gustara; - Ana se incorporó de su cama, e inicio suavemente a decir: - como han pasado los años…- le dijo ¿quiere que le cuente porque mi esposo me visita, todas las mañanas?, el médico vio que había logrado sacarla de la tristeza. Ella con voz de alegría le contó que se casó con Javier, cuando tenía 16 años, él 21; llevábamos 70 años juntos.

Ningún infortunio económico o de salud, logró separarnos, ninguna pelea de pareja. Pero hace un mes, tuvimos una dificultad y nos tocó llamar a los hijos; ellos decidieron que no nos iban a dejar más tiempo solos; y nos buscaron un geriátrico mixto; pero no lo encontraron y nos han separado; él paga a un amigo, para que lo traiga todos los días; tomamos la comida, yo me recuesto en su hombro y el me acaricia suavemente la cabeza.

Desde que llegue, solicite autorización para la visita diaria de mi esposo; él es mi único hombre, quién me toca y suavemente me masajea la cabeza; a nuestra edad sólo queremos estar juntitos, no vamos a hacer nada indebido en un sitio de estos. El médico, pero a la vez amigo, la felicito por hacer valer sus derechos. Y Le prometió que iba a hacer las gestiones necesarias, para encontrar un hogar donde pudieran estar juntos y vivir su amor.