Que levante la mano quien nunca haya roído la punta de un lápiz o la tapa de un boli o se haya mordido las uñas. Ya sea por aburrimiento, ansiedad o miedo, todos hemos llevado a cabo lo que podríamos denominar "conductas de masticación repetitivas" que carecen de sentido, más allá de la distracción. Pues bien, lo mismo hacen los perros. Eso sí, hay que aclarar que el hecho de morder objetos durante un largo periodo de tiempo, sin que tal cosa tenga por objeto la obtención de alimento, entra, en el mundo canino, dentro de la normalidad.
Los perros utilizan su boca para interactuar con el medio, más o menos como nosotros hacemos con las manos. Además, cuando son pequeños, los cachorros muerden para aliviar las molestias que les causan los dientes cuando les salen, tal como les ocurre a los bebés humanos. La cuestión es que si no se les enseña a controlar este impulso, lo más probable es que de mayores causen estragos en el hogar. Incluso un perro que haya aprendido que solo debe morder sus juguetes puede empezar a atacar los muebles.
Peaches, un cruce de bulldog, bichón frisé y caniche, protagonizó en 2016 un caso extremo que fue recogido por los medios del Reino Unido, donde vive. En unos pocos meses, esta perrita ocasionó en su hogar numerosos destrozos. Así, masticó a conciencia todo tipo de trastos –su propietaria asegura que en una ocasión acabó por completo con una sofá en apenas tres horas–, pero también los marcos de las puertas e incluso una cortadora de césped. Los daños ascendieron a unos 6.000 euros. En este tipo de situaciones, lo más importante es determinar con la ayuda de un experto la causa de su comportamiento, ya que corregirla suele solucionar el problema.
Imagen: Carterse vía Flickr / CC
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