En el contexto estoico o sobre el estoicismo, esta frase resalta la importancia de la prudencia y la sabiduría en la comunicación. Puesto que para los estoicos, el sabio busca la virtud y la tranquilidad interior a través del autocontrol y la moderación.
Aunque Aristóteles no fue un estoico, su filosofía ética también enfatizaba la importancia de la prudencia y la virtud en la conducta humana. Claro aquí la visión es más cercana a la felicidad como logro o eudemonía.
Por lo tanto, esta frase puede ser vista como un punto de convergencia entre las enseñanzas de Aristóteles y los estoicos en cuanto a la importancia de la moderación, la reflexión y la coherencia ética en la vida y en la comunicación.
Cuando afirmamos sobre la mentalidad Estoica.
El hombre, para los estoicos debe conocer todo aquello que le permita conseguir la felicidad,
primordialmente la felicidad interior, y no el goce de las cosas externas.
La filosofía, para los estoicos, en general, era en primera instancia una necesidad, una forma
de vida, que no persigue utilidad alguna. Con la aparición de "la filosofía estoica" en la historia ya
no se busca solamente la verdad, sino más bien, un repertorio de nuevas convicciones que le
ayuden a un buen vivir suyo, ejercicio esencial es la búsqueda de la "felicidad".
El estoico se vuelve a la filosofía, pero no en un sentido original, sino que busca en ella, un
sustituto de las convicciones políticas, sociales y religiosas, es decir, un sustituto de las cuestiones éticas. La filosofía se transforma en una norma de vida, en una especie de religiosidad, o de vivencia práctica de lo filosófico, que va, en definitiva, a permitirle vivir. De aquí surge la "doctrina estoica" como una respuesta a los
tiempos nuevos, a través de una moral de aguante.
La filosofía estoica da paso a la elaboración de las cuestiones más importantes de la vida
individual de la época histórica que le correspondió vivir.