Ángel caído
Así era ella. Llegaba al límite de todo, bueno o malo, y cuando no lograba lo que se proponía buscaba algún lugar para renacer.
Escuchaba las sirenas de algún auto policial a lo lejos, pero poca atención prestó, pues estaba sumergida en el fondo de sus pensamientos y no quería que nada interrumpiera ese viaje a su consciencia.
Desde hacía un tiempo que intentaba salvar la vida de un ser sin alma, regalándole un poquito de la suya, que era tan extensa que se podía palpar en la cercanía de su cuerpo. El calor que emanaba de ella era inexplicable: lo encontraban incluso en las noches más frías del invierno. Pero, éste ser no pretendía de ninguna manera sentir calor, solo los movimientos tan suaves e intensos que obtenía de ella cuando se encontraba debajo de su cuerpo, pues le hacían pensar en el fuerte golpe de las olas y cómo flotaba cuando salía de ellas.
Nunca pudo notar lo que estaba detrás de esa capa de piel y besos cálidos.
Solo podía quererla cuando ella estaba lejos y no tenía lo que siempre le hacía sentir en un seguro desastre. Solo podía extrañarla en aquellas noches en las cuales le pertenecía a otro cuerpo, a otros brazos que si pudieran cuidarla.
Solo le escribía poesía cuando le dolía su partida, aunque no lo notara; aunque siempre lo negara.
Nunca había tenido un tesoro similar a éste. Tenía a un ángel dispuesto a ser el peor demonio de ser necesario, solo para salvarle la vida.
Pero éste ángel ahora quiere poner una bala en su sien y no es capaz de ayudar a nadie.
Ahora, éste ángel perdió sus alas y empezó a correr de unos cuantos demonios que la persiguen.
Sin embargo, ha sido valiente para derrotar a estos demonios, junto a aquella sombra que detonó una bomba en su corazón.
Esa mañana se levantó con un poco menos de bondad, soltó su cabello y se amarró una bufanda al cuello. Ya no quería ir contra la marea que no le permitía cumplir con su tarea. Ella había renunciado, pues el ser sin alma no quería ser salvado.
Y su alma en realidad no quería salvar a nadie. En el pasado siempre había sido rebelde y no se dejaba imponer ninguna situación.
Tomo el celular sobre la mesa, marcó unos cuantos números y llamó a su cliente y también amor de su vida. Le invitó a su casa con la petición de que trajera un poco de licor para una celebración de dos. Tras una afirmación al otro lado de la llamada, colgó.
Cuarenta minutos después, el sonido de un toque a su puerta la levantó del sofá donde escribía una nota. La dejó sobre la mesa y se levantó a recibir al creador de sus más profundos miedos, donde el más grande era perderlo.
Abrió la puerta y allí estaba: con su largo cabello y su cotidiana vestimenta: franela blanca y un poco de indiferencia. Traía también una botella de ron y una encantadora sonrisa.
Ella lo invitó a pasar sin siquiera saludarlo, con el ceño fruncido éste abre paso por aquel camino que ya conocía de memoria y que había estado despertando un poco de amor en él.
Ella llenó un par de vasos con hielo y los puso sobre la mesa, indicándole que preparara los tragos que se iban a tomar.
Se sentó a su lado, de un trago bebió todo el licor, insinuándole que hiciera lo mismo.
Puso la nota frente a sus ojos, él la tomó y la comenzó a leer mientras ella se dirigía a su habitación.
Al terminar de leerla, quiso levantarse y salir corriendo pero de un tropezón cayó al suelo.
“Te amaré: como aquella noche, como aquella vez, como hoy. Desde ese día, hasta siempre. Pero debes morir, porque aquello que no quiere ser salvado, no puede seguir haciendo daño en un mundo repleto de inocentes.”
Eso fue lo último que leyó y también escuchó antes de que el ángel acabara con su vida de un disparo y luego saliera corriendo. Desnuda, con solo una bufanda en su cuello, preciosa como los atardeceres e imponente como una puesta de sol.
Al segundo, una patrulla de policías llega al sitio de los acontecimientos, pues quince minutos atrás habrían recibido una llamada indicando que habría un asesinato en el lugar, y que quien lo hiciera tendría que pagar, aunque lo hiciera por un bien mayor.
Ella había matado al amor de su vida y había sentido dolor. El mayor dolor que alguien pudiese tener. Ella disparó a la parte de su alma que se encontraba en él. Ella se mató a sí misma, por no haber logrado su tarea asignada, y para que un ángel más no perdiera sus alas.
Luego puso su cuerpo junto al infierno –que es donde pertenecería cuando acabara su condena física, mientras su cuerpo aún tenía vida- mientras esperaba que vinieran a tomarla de las manos y la ataran con esposas, pero estaba tranquila porque nadie más perdería el alma como lo había hecho ella, junto a ese amor que no le correspondía.
Ésta es una historia creada para participar en el concurso Writing Prompt Challenge que está siendo promocionado por @thefreshfive, de la mano de @mikepm74.
Las fuente de las ilustraciones es el post titulado Daily art for @steemcreations Drawing Edition de @alexandravart.
Wow, volver después de tantos días y leer y relato fue una de las mejores cosas que he hecho en el día.
Me encantó, definitivamente pude sentir todo el dolor y la mortificación.
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Me alegra mucho que te haya gustado y que lo hayas sentido, es lo que busco. Saludos <3
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