La poesía te muestra otras maneras de especificar los sentimientos, de ponerle palabras a sensaciones que nunca quizás habías podido describir.
. Para el cerebro
. Mejora la estabilidad emocional
. Incrementa la cultura
. Optimiza la cotidianidad.
. Beneficia al alma.
La poesía puede tratar variadas clases de temas, no sólo el amor también la amistad, la felicidad, el sufrimiento, el sentido de la vida. Gracias a ella, se le coloca voz al alma, logrando que los lectores se sientan retratados en una gran cantidad de situaciones. Leer poesía es un placer saludable y relajante. Aparte de la edad, ofrece sensaciones completamente únicas. Hasta los niños logran dejar volar su imaginación por medio de poemas escritos en exclusividad para ellos.
Una poesía no pesa, no ocupa espacios, no consume, no pasa de moda. Tener un poema como poesía de cabecera es un esplendor. No envejece, ni se pudre. Al contrario, es ligera, portátil y siempre sumará. No te separará puertas, pero te hará sentir bien. No tasará en bolsa, pero te verás con la fortuna de compartir una miga de creación. La poesía adorna, enaltece y relaja; divierte, cultiva y trasciende. La poesía, en genérico, es un modo ante el paso de los años. Coloca una concreta, con título y autor. Apréndetela, recítala, repítetela delante al espejo y verás que sonríes, compártela entre tus próximos y evidenciarás cuántas personas hay que también tiene poesía en su vida.
Leer poesía nos devuelve a la fe en el lenguaje, a su capital de significados. Establecer imágenes de esas emociones que no conseguimos entender, deleitarlas en un poema y verlas, explicarlas, vivirlas. Negarse a la inmediatez de las respuestas, de las pretensiones mediáticas y esperar a que la poseía habite, sea el plano de lo real que ya no podemos ver. Lo que se ha dicho y se ha callado queda en el rostro, leer poesía, alentar en esas líneas que fueron capitaneadas por emociones y horas, habita la mirada y el silencio. La realidad que se ve desde ella no puede verse desde la inculta voz que lanzan algunas redes acurrucadas en el grito cobarde. Es época de leer poesía, de darle a la vida la edificación lenta y dolorosa de la fe, de la entrega en las letras, del camino que va en sentido desigual a la delirante respuesta de la masa.