Poema, es un cantar del alma inquieta...
Pensamientos al aire que como éste son casi invisibles pero necesarios para vivir.
Uno no puede esperar a desilusionarse siquiera, porque las cosas no salieron como se creyeron o peor como si hubiera realmente una sola forma de hacer las cosas.
Eso debe ser de lo más tonto, necio, arcaico, e irracional comentario que podemos acaparar en nuestras mentes sobre alguna cosa que pretende ser importante en la vida.
Por ello es que ha de durar poco la desilusión; es fácil ilusionarse de nuevo.
Dado que no nos llenan las cosas mismas, sino todo aquello que nos evocan las percepciones de ella, por lo mismo está que es la experiencia y solamente una buena experiencia de las cosas mismas aquello que lejos de ser proporcional a la decepción, son motivos para iniciar y reiniciar nuevamente con espíritus ardientes y apasionados.
Por eso y por más es que he de volver a creer en las promesas del político que busca el voto, pero que sé incluso sin hacer una pausa necesaria y crítica que me miente porque o lo hace descaradamente, o por exageración o peor por ignorancia; así mismo las del predicador de la religión verdadera que no puede más que tener todas las respuestas para las posibles preguntas; y que nos llevan a ese volver a enamorarse de nuevo y al pensar ilusoriamente, siendo algo casi anodino que ahora sí va a funcionar.
Viva las experiencias que siempre son poderosas mientras la fortaleza del espíritu esté portentoso.
Así las cosas que soltamos son las mejores, son las de verdaderas luchas que son superadoras y no arrancan más que las malas hierbas del jardín de nuestros espíritus para darnos la mejor versión de nosotros en este jardín tumultuoso de la vida misma y de ser nuestros propios jardineros y horticultores; con la paciencia y dedicación del arquitecto y del artista que demorar todo en su propio huerto.
Corazón mío, gracias porque eres más fuerte que los latidos que das y más potentes que cualquier magma ardiente sobre la tierra volcánica que recorre la Magna Gaia.