¿Pueden los gatos abandonados sobrevivir en la calle?

in gatos •  4 years ago 

El paso del hogar al abandono es un cambio sumamente brusco para este felino. El animal debe retornar a sus instintos y aprender a sobrevivir en la calle, y esto es algo muy difícil si no se le ha enseñado desde pequeño.

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La hostilidad de la calle

Para empezar, un animal doméstico no está acostumbrado a ver vehículos. Es por esto que, al ser abandonados, no tienen idea de los peligros que puede suponer un automóvil, lo que se traduce poca precaución al cruzar la calle y en una gran probabilidad de ser atropellado.

Otro riesgo común es la presencia de otros animales “callejeros”. La verdad es que ningún animal doméstico ha necesitado aprender a escapar ni a esconderse, por lo cual ante la persecución de cualquier otro animal, no saben cómo actuar.

Es destacable lo indefenso que está un gato doméstico en la calle, esto debido a que nunca han aprendido a protegerse de otros felinos. Esto deja la situación servida para que aquel abandonado sea víctima de peleas cuando intentan apropiarse de un territorio.

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La vida “salvaje” en la ciudad

Una de las primeras problemáticas a las que se enfrenta un felino en la calle, es que, a través de ataques como mordiscos y arañazos, tienen una alta probabilidad de ser contagiados de enfermedades e infecciones.

Sin embargo, sin duda alguna la mayor dificultad a la que se enfrenta un gato abandonado es la búsqueda de alimentos. Ellos nunca han tenido la necesidad de buscarla en sus hogares, pero nunca han aprendido a encontrarla en la calle. Esto les sitúa en una gran desventaja frente a los “callejeros”, quienes son los que se llevan la mayoría del alimento.

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El impacto psicológico

Aunque sea difícil de creer para algunos, el abandono también afecta a los felinos caseros psicológicamente. La repentina presencia de más gente, ruido y animales en su nuevo entorno les provoca mucho estrés. Por otro lado, es destacable el miedo y la tristeza que comienzan a sentir al verse abandonados.

No es de extrañar que los niveles de estrés al ser abandonados se disparen ante este nuevo y hostil ambiente, la vista de los gatos tiene un umbral de detección siete veces superior al humano. Su oído capta en una frecuencia más alta. Sus pelos funcionan como un radar táctil.

Las vibrisas, los pelos largos a los que llamamos “bigotes”, detectan movimientos, cambios en la temperatura y del viento. Son los responsables del “sexto sentido” de los gatos, un sentido que, en los hogares y a salvo nunca han necesitado utilizar para sobrevivir.

Aspectos como los anteriores crean una predisposición en ellos a padecer depresiones y otras enfermedades mentales. En cuanto a la depresión, los efectos de este trastorno en un gato van desde la ignorancia de la comida y arranque de su propio pelo, hasta el aislamiento con el fin de dejarse morir.

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De vuelta al origen

A pesar de lo común que es encontrarse con uno de estos felinos en la calle. Pocos sabemos que aquel que se nos cruza en un callejón o nos observa inmóvil desde lo alto de un muro no es una mascota como nuestros gatos domésticos, sino un animal salvaje.

Cuando un gato es abandonado, la “domesticación” que le permitía vivir tranquilo en cualquiera de nuestros hogares desaparece rápidamente. A pesar de lo capaces que son para sobrevivir en cualquier medio natural, son atraídos por las poblaciones humanas para conseguir alimentos y refugio, sin embargo, estar en la ciudad no los hace domésticos.

Las camadas nacidas de una hembra doméstica abandonada se hacen imposibles de domesticar al pasar sus ocho primeras semanas de vida. El gato salvaje que lleva impreso genéticamente vuelve a salir a la superficie.

Estos animales que denominamos “callejeros”, “ferales” y un montón de adjetivos más, son la misma especie que nuestros gatos monteses. Y, como ellos, son territoriales, compiten por las hembras, cazan y evitan a los humanos.

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Una huella difícil de borrar

Para ninguna persona es extraño entender el dolor y la frustración del abandono. No hace falta ser humano para comprender la rudeza de los elementos, cuanto te vez en el abandono, sin recursos y en un medio hostil.

Los gatos son animales que, además de su gran inteligencia tienen la capacidad de reflexionar sobre todo lo que les rodea. Aunque de primera mano pudiéramos pensar que, en los casos en que se rescata al gato la historia acaba con un final feliz; la verdad es que los efectos del abandono pueden llegar a ser devastadores.

Hay que entender que estos felinos pasaron cada día a su suerte, lo cual aumenta la posibilidad de padecer efectos secundarios de toda clase, tanto físicos como psicológicos. Una vez abandonados, presentan una bajada brutal de defensas a causa de la depresión, lo cual los convierte en animales muy frágiles.

Son animales altamente delicados, que se rompen muy fácilmente si no han vivido nunca en esa situación… y por si fuera poco, cualquier virus o enfermedad que pase por allí encontrará un huésped con las puertas abiertas de par en par.

Por otro lado, una vez abandonados, muchos pierden toda confianza en los humanos, lo cual convertirá el rescatar a este gato, en un trabajo largo y delicado, con recompensas mínimas durante meses.

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Heridas de guerra

Una vez “recatados”, es común verlos esconderse en cualquier recóndito lugar donde nadie les pueda hacer daño. No tendrán confianza para comer, ni para beber un solo trago de agua, es muy probable que ni siquiera visiten la arena. El cerebro de los gatos abandonados está, bloqueado y roto, se ven incapaces de confiar en nadie.

Es normal ver conductas agresivas ante cualquier contacto físico; y pueden comportarse así con cualquier miembro de la familia, adulto, niño o perro, incluso si los ha conocido antes y aunque nadie sea agresivo con ellos.

Aunque parezca mejor opción dejarlos a las puertas de una protectora o de un refugio, sigue siendo el mismo shock. No se sentirán seguros por el hecho de tener inmediatamente un “techo”. Siguen estando en un territorio desconocido, con personas ajenas a su confianza; ellos no saben ni se plantean que aquel centro es un paso previo para una nueva vida. El efecto es el mismo: he sido abandonado…

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La vida en una salvaje sociedad

Lo cierto es que, aunque su instinto salvaje reaparezca, los gatos abandonados no aprenderán solos a cazar y vivir bien. En la ciudad prácticamente no hay qué comer ni que cazar, aunque haya pájaros y ratas, pues la mayoría de los gatos domésticos abandonados no los cazaran, ni mucho menos los comerán.

No es extraño ver un gato abandonarse a sí mismo y optar por el suicidio al encontrarse en esta situación. Las personas que amabas te dejaron en el abandono sin ni siquiera mirar atrás, el mundo es un lugar hostil en donde ahora, debes aprender a sobrevivir.

Los gatos tienen inteligencia suficiente para darse cuenta de todo esto y de mucho más. Y, aunque hayan sido rescatados por alguien con muy buena voluntad, dejarán de comer esperando la muerte por deshidratación.

Es cierto que no todos los gatos son abandonados, algunos salen y no encuentran su camino de vuelta a casa o simplemente se escapan y deciden no volver. La dureza de la situación es la misma. Lo pasará igual de mal que aquellos que fueron expulsados de sus casas.

Hay mucha gente que no cree que su gato se pueda escapar, porque quizás vive en un piso y parece imposible o “siempre encuentra su camino de vuelta”. Pero mucha de esta gente ha sido atropellada con la realidad del accidente.

Lo cierto es que detrás del abandono se esconde gente despreciable, cobarde, sin corazón ni valores, auténticos perdedores de la vida que todavía no entienden el significado de palabras como amor, respeto y familia.

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Esterilización, una no tan dura solución

Hoy en día, los gatos callejeros siguen arrastrando con ellos ciertas supersticiones. La sociedad continúa sin comprender su papel como control de plagas y los demás beneficios que pueden aportar sus colonias.

Su capacidad innata de caza los hace idóneos para las ciudades si hablamos de control de plagas, pero terribles invasores cuando los soltamos en lugares vírgenes donde evolutivamente nunca hubo gatos.

En Australia, por ejemplo, en el siglo XIX se llevaron para controlar la plaga de ratas y conejos, sin embargo, los gatos atacaron a los marsupiales menos preparados que los roedores europeos, y lo que parecía ser una solución se convirtió en un problema más grande.

A pesar de que podrían transmitir enfermedades, si se aplica un buen control de captura, esterilización y suelta, la presencia de gatos callejeros puede ser beneficiosa para nuestras ciudades. Tenemos que empezar a pensar en estos gatos “callejeros” como lo que son: unos asombrosos felinos salvajes.

No es extraño para casi ningún país que cientos de miles de gatos callejeros convivan con la sociedad. Teniendo en cuenta que una gata puede tener al menos una docena de gatitos al año y que los gatos sin cuidado y control pueden transmitir enfermedades, son muchos los que comprenden y ven necesario el control de sus colonias.

La verdad es que aunque parezca excesivo el coste para emplear un método de captura, esterilización y suelta, supondría un gran beneficio para todos, en especial para estos pequeños.

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Fuentes referenciales:

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