La nueva entrega de 'American Crime Story' se centra en la historia del hombre que acabó con la vida del diseñador italiano
"¿Qué podía hacer para superar The People vs. O.J. Simpson?". Ryan Murphy, actual Rey Midas de la televisión estadounidense y responsable de títulos como American Horror Story, Glee o Feud, se refiere a la primera entrega de su serie antológica American Crime Story, que se centró en el mediático juicio contra la estrella de fútbol americano y se ganó el favor del público y la crítica. "Tenía que hacer algo intimista", cuenta a EL PAÍS. Ese es el germen de El asesinato de Gianni Versace, centrada en el crimen que acabó con la vida del diseñador de moda y en el historial de su asesino, el psicópata homófobo Andrew Cunanan. Antena 3 estrena hoy (22.00) la serie con la emisión de sus tres primeros capítulos y en Netflix estará disponible al completo el 30 de marzo.
Aunque su intención era dedicar la segunda temporada a la devastación del huracán Katrina, los efectos especiales retrasaron el proyecto hasta la próxima entrega y así adelantó Versace, fascinado por un asesinato que el 15 de julio de 1997 conmocionó a la sociedad y dejó en evidencia la homofobia que todavía campaba en tiempos de supuesta apertura sexual. “Me acuerdo que por entonces Sylvester Stallone vivía en Miami, como Madonna o los Bee Gees y todos se marcharon. Teníamos miedo”, recuerda Ricky Martin, puertorriqueño que reside en Miami.
Ninguno de los protagonistas de Versace le conocieron. Ni Murphy, ni Martin, que interpreta a su amante durante 15 años Antonio D’Amico, ni Edgar Ramírez (“igualito que Versace”, según Murphy), ni Penélope Cruz llegaron a conocer al diseñador. La actriz española conocía a su hermana, Donatella, y fue la primera persona a la que acudió cuando Murphy le pidió que interpretara ese papel. La única petición de Donatella fue que no inmiscuyeran a sus hijos. “Para el papel pensé en Lady Gaga aunque brevemente porque sabía que no estaba disponible. A Penélope la conocía de trabajar con su esposo [Javier Bardem] en Come, Reza, Ama, pero pensé que una actriz con Oscar nunca aceptaría”, rememora.
“La experiencia es totalmente adictiva. Me ha dado tiempo para explorar un personaje que siempre me ha gustado, una mujer fuerte en esta historia de amor fraternal”, resume Cruz a este diario en una visita al rodaje. Un tiempo bien empleado no solo para conocer su papel sino para recrearlo, cambiando su acento para sonar italiana y su tono, más grave que el suyo natural. Además de la apariencia. No necesitó protéticos “porque todavía no se había hecho nada en la cara”, dice Cruz, pero sí mucho maquillaje y varias pelucas y lentillas de otro color. En total, un proceso de tres horas. Pero, como subraya Murphy, Penélope es en Versace la Sarah Paulson de O.J. Simpson, comparando así a la española con la actriz estadounidense que ganó el Emmy y el Globo de Oro por su trabajo como Marcia Clark a las órdenes de Ryan.
La transformación que más sorprende en Versace es la de Darren Criss. De la angelical voz de Glee a la maldad de Cunanan. “Son las dos caras de la moneda, la creatividad y la vida de Versace versus la destrucción y la muerte de Cunanan”, describe Edgar Ramírez, consciente de las similitudes que albergan ambos personajes de lo que Ryan ve como una tragedia griega. Tragedia con un gran trasfondo social, justo lo que a Murphy le interesa. “No estoy en el negocio de hacer dramas de tribunales”, aclara por si O.J. Simpson llama a engaño.
Detrás de la moda, el drama y el asesinato está el significado de ese momento en la historia, una muerte que según Murphy podía haber sido evitada si la homofobia y el miedo a salir del armario no hubiera ralentizado las investigaciones de las anteriores víctimas. “En medio de tiempos felices, Clinton en la Casa Blanca, prosperidad económica, energía creativa y cultural, el asesinato de Versace fue la puñalada que nos recordó que seguíamos perseguidos. Que la política de no hagas preguntas ni des respuestas no era la solución para nuestros problemas”, resume Murphy, abiertamente homosexual y en lucha contra las políticas reaccionarias del actual presidente estadounidense.
DOS DÍAS PARA GRABAR LA MUERTE
Si con su previa entrega, Ryan Murphy prefirió una narración lineal del juicio contra O.J. Simpson, los nueve episodios de Versace son un continuo salto en el tiempo que construyen la historia echando marcha atrás desde el momento del asesinato. Esa mañana que acabó en muerte necesitó de dos días rodados en continuidad para ayudar a sus actores y para los que Muprhy utilizó la Casa Casuarina donde Versace vivió y a cuyas puertas murió. “Todo lo que teníamos que hacer era tocar esas paredes para sentir la emoción, para notar la presencia de Versace entre nosotros”, recuerda Ricky Martin.
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