-¿Que te dijeron, dime? ¿Como ha logrado hacerlo?
-No me explico todavía. Lo hace cada vez mejor. Contra el amor nada puede, al parecer. Y dicen que ha rebajado más de 50 kilos.
-Y tantas cosas que dicen.
-¡Que saben ellos! ¡No agradecen!
-Natural a simple vista. ¿Verdad? Y todavía hay más.
-¿Qué más te dijeron? ¡Dímelo todo!
-Te cuento, los mantras sintéticos abarcaron todo. Lo mezclaron con changa y salió pegajoso el producto.
-¿También bailaste?
-No me quedaba otra. Me vigilaban por todos lados. Me vieron, lo sé. Al final se veía pegajoso y hasta me dieron ganas.
-Lo sabía. Esos productores de la Industria.
-Pero al final, como si nada. Poder… ¿Sabes?... ¡Y pa’ lante!
-Bailar pegao. Bichito. Me dijeron que te vieron en La Plata festejando el Baile del Mono.
-Cumaná, La Plata, lo que sea. La vaina esa mijo. Y prometen que el sobre peso por fin será vencido.
-¿Cómo? ¿Cuándo? No me vengas con esas.
-¿No lo ves? Lo que conocemos como sobre peso es fruto de una manipulación. Un invento que nos sembraron las antiguas maquinas.
-¿Manipulación? ¿Y el hambre?
-Es ilusión. No existe. Es solo un estado mental.
-¿Mental? ¿Y entonces porque se les ve haciendo huelga?
-La vaina es que las verdades ocultas parecen ridículas. No tienes todavía la suficiente conciencia para comprenderlo.
-Pasando hambre con serenidad, ahh entiendo… ¿Y entonces?
-Entendiste la enseñanza, hermano. Pero poco lo sospechan… acércate para decirte el secreto. Paz… el amor... Esa es la única verdad. Pero en la línea, claro. Con propósito consciente o de lo contrario seguiremos atrapados en la prisión mental en que nos hallamos. Y por cierto. ¿Compras mani?