Esta noche, bajo el único testigo de las estrellas que me iluminan, quiero contar mi triste historia, de como un hombre enamorado, se dejó devorar por las llamas de la locura, al perder para siempre al que estaba llamado a ser el verdadero amor de su vida.
Todo comenzó una romántica tarde de otoño, las hojas caían, el sol brillaba con timidez en el cielo, y yo, ajeno a lo que me iba a suceder, seguía con mi vida como si fuera un día más. Sin embargo, durante un momento, un brillo fugaz cegó mi visión; Y ahí estaba ella, siempre recordaré la primera vez que nuestros ojos se encontraron, y nos hablaron en un idioma en el que no se necesitan de palabras para poder comprender.
Después de este fugaz encuentro, todo funcionó solo: sabía que el estrépito que se había adueñado de mi corazón, era tan solo la punta del iceberg, y que algo muy especial podía llegar a aparecer entre nosotros.
Le pregunté su nombre, y desde ese instante, supe que esas eran las letras que anunciaban las puertas del cielo.
Fuimos felices durante un largo tiempo, sin embargo, sin previo aviso, ella se fue de mi lado, por que nuestro amor, de manera abrupta, había terminado.
Desde entonces vivo en pena, con la única compañía de mis lágrimas, preso de un amor que jamás seré capaz de olvidar, y con un nombre grabado a fuego en lo más hondo de mis entrañas.
El amor es el fruto más dulce, pero sin embargo, cuando duele, es capaz de hacer enloquecer al hombre más sabio, al hombre más fuerte, y a cualquier persona que sepa lo que es un amor verdadero.
Espero que estas palabras sirvan para que, si te enamoras, si entregas tu corazón, sepas que te puedes enfrentar a un gran dolor.