Vacante de PayasosteemCreated with Sketch.

in historia •  6 years ago 

Mi niñez fue como la de muchos otros, divertida y sin trauma alguno. Comía la buena comida que mi madre preparaba, disfrutaba los paseos nocturnos en una Maracaibo de frescas noches, jugando con mi hermanito Giovanni a lo que se nos ocurriese, ya que la dicha que sentía siempre era ver a mi hermanito en sonrisas. Claro, no todo era diversión, ya que las lágrimas también aparecían por ahí, culpa de las travesuras que ocasionaban diversión. Y mientras los gallegos de finales de los setenta, Enrique y Ana, cantaban el Alibombo Bombombero, explicando con canciones divertidas cómo en un bosque de la china la chinita se perdió, Popy ocupaba quizás mi máxima atención. Teniendo varios discos del explosivo y tétrico payaso, Dioni López se entregaba en cada uno de sus proyectos con reluciente esmero, cantando villancicos y enseñando a los niños que el cepillarse los dientes es cuestión de educación. Cuando mi padre me llevó a verlo en vivo en una tarima improvisada en el Club Militar de Maracaibo, ya Popy había comenzado su show, peleando con los técnicos de sonido porque su micrófono no sonaba. Entonces Popy sudaba y sudaba, y se le escurría la pintura que no debía corrérsele, usando a cada rato nuevo maquillaje y pañoletas para secar su transpiración. El calor de esa tarde ochentosa en Maracaibo rondaba los 36 o 38 grados, colocándose en el horizonte el abrasante magnifico que siempre iluminará a la Maracaibo añorada por mi fallecida Madre. Y mientras Popy peleaba y peleaba, y cantaba y brincaba sin que ninguno lo escuchásemos, mi padre me llevaba en hombros para presenciar al payaso que cantaba en la caja mágica llamada televisión, el mismo al que ya escuchaba en mis discos Long Play sus alucinantes canciones. Era el año 1982 y mis cuatro o cinco años me permitía digerir la fantástica presentación que tenía delante de mis ojos. Único el payaso, ya que hacía reír tanto a niños como adultos, la idolatría se pegaba en los kinders u hogares de cuidado, colocándole el sombrero a un dibujo de Popy mientras tenías los ojos vendados. O la lonchera tenía representaciones del chavo, meteoro, o Popy, nuestro payaso sin igual. Le pasaba a todo niño venezolano de los ochentas, que por falta de otro payasito, Popy los representaba a todos. Luego llegaría Juan Corazón, que decían en la época que el corazón que tenía en el ojo fue a causa de una trifulca con Popy, y que el payaso lo dejó marcado con esa impronta en uno de sus ojos. Con las payasitas Nifu-Nifa no tuve contacto alguno, y no creo que Popy tampoco haya tenido contacto alguno con ellas, ya que eran un carajazo de alegres mujeres con uñas afiladas.
Ahora, los chamos venezolanos no tienen un payasito que les alegre la vida, que les eche cuentos, que haga maromas y sonría por aquel que está triste. La dura realidad hace que ahora los chamos hablen sobre el qué comieron, si llegaron a comer, o si volverán a comer como alguna vez comieron, ya hace algún tiempo atrás. Les estamos robando la digna infancia que se merecen. Casi no hay manera de podérselas disfrazar. Y mientras los niños de clase pobre, como lo era yo en los ochentas, no tengan un payaso que les enseñe valores con sus canciones, tendremos caos y desidia en nuestra hermosa tierra.
¿Quién se ofrece para el trabajo?

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Que buena presentación.
Quien tuvo la oportunidad de vivir esos momentos, ver en vivo a ése hacedor de sonrisas y sueños en los niños; debe tener al igual que tu, un hermoso recuerdo. Y que importante conjugar esos recuerdos de la niñez y sumar todos esos artistas que muchos tuvimos la dicha de escuchar y crecer tarareando sus canciones.
Tal y como lo planteas, hay vacante para ese bello oficio. Ya no hay quien le enseñe a nuestros niños de hoy día a cepillarse los dientes y demás. Ahora, a nuestros niños los apresuramos a crecer y a que escuchen reggaeton, lastimera y mal llamada música de esta época.
Una buena experiencia de familia.
Me gustó mucho tu presentación.

eso momento tan bonito no vuelve mas solo queda los recueldo