Tener rabia puede ser necesario. Incomprendida, como un paria: incluso la tristeza y el miedo reciben más aceptación. ¿Pero la rabia? Es un monstruo no deseado. Intentamos gestionarla y desearíamos poder borrarla. Entonces aparece, de repente, ante la transgresión sin vergüenza de alguien que nos hace tropezar. Absurda, insoportable.