Debido al gran cambio en el uso de tecnologías que muchos percibimos, generalmente estamos tentados a deducir que, al haber tecnologías cada vez más inteligentes, nuestra cognición empeora. Se ha presumido que hay un impacto cognitivo de este fenómeno, que supuestamente se aprecia en el largo plazo. Sin embargo, la evidencia más bien apunta a cambios de tipo motivacional que son temporales. Particularmente, la retención en la memoria parece ser especialmente peor si la persona tiene alguna percepción de que la información que memoriza estará disponible en el futuro para confirmación. Esto es, la tecnología más bien afecta cómo memorizamos y por qué.
De hecho, un grupo de académicos en Norteamérica señala que más que competidoras con nuestro desarrollo cognitivo, debemos visualizar las TIs cómo un complemento. Esto es, las TIs articulan y potencian lo que tradicionalmente se conoce cómo la mente extendida. Al facilitar la efectividad y el desempeño de nuestras conductas y disminuir la carga psicológica de procesos internos, los cambios cognitivos que se producen pueden ser construidos no cómo deterioros sino cómo mejoras.