Si sientes que todo va a fallar, quizás es tiempo de tomarse un descanso. Necesitamos un mínimo de fe para poder hacer que las cosas funcionen y para tomar buenas decisiones. Nuestra motivación depende de ello. Si estamos agotados en este sentido, es mejor que nos recarguemos y volvamos a juntar esperanza antes de continuar. De otro modo, podemos terminar con problemas y tomando malas decisiones. Sin fe en los resultados, sin ese sentimiento de que las cosas van a funcionar, nos desilusionamos más rápidamente y por lo mismo, ponemos mucho menos esfuerzo y tiempo en lograr lo que queremos. Incluso, en estas circunstancias, tendemos a evitar todo lo que parece difícil.