Hay poemas que son oraciones. Poemas que "sirven". Poemas que nos permiten conectarnos con nuestras fuerzas más poderosas. Como afirma ese inolvidable personaje de la película "Il Postino": "La poesía no es de quien la escribe sino de quien la necesita". Esta mañana necesité uno de mis poemas-oración. "Vuelve a tus dioses profundos" de Montejo.
Este poema es fuego. Acción. Y esa acción, esa posibilidad, ese ir-al'acto no lo destruye el tiempo. Lo vivido. Es siempre posibilidad. Es necesario invocarlos. Son prácticos estos dioses. Quieren soltar problemas. Son ideas-lastre que abandonar en el mar. Y están allí. En las cosas. En esas páginas que hemos recorrido. O en aquellas que faltan por recorrer.
Tu historia. En especial la historia de tus fracasos, te acompaña. Vibra cada día. Son campanas frente a la brisa del mar. Pero tu has resistido. También tienes historias de éxito. "La música de ser es disonante/ pero la vida continúa". Recuerda que le dijiste una vez a tu hija precisamente eso: La vida es una línea quebrada. Y ese parecerse a las montañas es una de sus grandezas.
La tierra gravita. Gravita tu. Muévete y entonces ese nuevo viaje será lámpara. En ese nuevo viaje la lectura de un oscuro texto que se abrirá para ti. De una forma o de otra. Y estarás mejor. Y habrás honrado a tus dioses.
Enciende hoy tus penates. Enciende el fuego. Lee las palabras. Asume la acción. Toma tu espada. Habla. Y haz lo que sea necesario hacer. Conseguirás respuestas. Avanzarás. Y no será tiempo perdido.