Invitación a la lectura: "Curiosity" de Markus Motum.

     El primer gran libro que recuerdo haber leído cuando comencé la carrera de Letras fue Crónicas marcianas. El profesor de Introducción a la Literatura, un argentino pedantísimo del que creo supe aprender muchísimas cosas, le entregó a la clase unas ajadas y malas fotocopias. Era lo primero que había que leer. No dijo cómo evaluaría esa lectura. De hecho nunca la evaluó. También dijo que eso era “Literatura fantástica”. Y que si nos interesaba el tema debíamos leer también a Tolkien. “Un autor que escribió una épica sobre un mundo que no existe”, dijo. Quien no lea a Tolkien está perdido, añadió. Creo que ni más ni menos esto fue todo lo que dijo sobre Bradbury y Tolkien.

      El libro de Bradbury me atrapó al instante. Parecía que hablaba sobre cohetes y viajes espaciales pero estaba hablando de cosas increíblemente terrenas y próximas. De los terrestres, sus sueños y sus desencantos. Con una prosa increíblemente lírica que es poesía a ratos. Mi novia de la universidad y yo, que se convirtió luego en la madre de mi primera hija, del gusto que le teníamos a aquel libro, comenzamos a llamarnos “Marcianos”.

      Quiero destacar en esta nota un “cuento”. (El libro puede leerse tanto como una novela como una colección de cuentos). En “Los hombres de la Tierra” los viajeros consiguen un pueblo que es el de la infancia de alguno de ellos. Allí están sus parientes muertos. Todos, lógicamente -olvidando cualquier previsión-, se van a sus viejas casas. A hablar con los abuelos, con mamá y con papá. En mitad de la noche el desastre se avecina. Los marcianos han leído la mente de los visitantes y los han engañado. El poder de esa idea: Volver a ver a nuestros parientes muertos desmonta toda lógica. Toda racionalidad. No es más que emoción pura. Alegría y amor desbordada como un volcán y concentrada como en un bloque macizo. No se puede describir. Escribo esto escuchando a Loreena McKennitt y lloro.

      En estos días de múltiples aplicaciones en el teléfono descargo “Sky Map” y apunto al cielo. Y le explico a Georges que allá, en aquel punto que a veces se ve rojo, naranja u ocre, está ahora ese robot del que hemos hablado y leído: El “Curiosity”. Y que hace unos días aterrizó su reemplazo: Y que pudimos verlo aterrizar por You Tube. Marte está cada día más cerca de nosotros. Con su profundo imaginario. Con su resonancia.

     Curiosity de Markus Motum es un maravilloso libro informativo en donde el robot mismo nos cuenta su historia. La importancia de la exploración espacial. Las preguntas que plantea. Ilustrado de forma poco estereotipada para tratarse de un libro informativo sobre ciencia es también un deleite visual. Puede ser trabajado con niños desde los 8 años aunque para niños menores (Georges tiene 4) funciona en varias sesiones alternando el juego a robots y cohetes en el interin.

     El libro recurre constantemente a la pregunta para entablar la conexión con el joven lector. Todas son preguntas que tienen eco. Que van más allá de la página misma. Que invitan a convertir la pregunta, la interrogación, la indagación y, con ello, la duda, en algo cotidiano. Preguntas como “¿Hay alguien más en el universo?” quedan flotando en la mente de nuestros niños.

     Curiosity deja muy claro qué es la “curiosidad”. Para qué sirve. La importancia de la ciencia, de la exploración. La importancia de preguntarse e ir más allá. Cuando confundimos el WhatsApp y el Facebook con lugares donde leer información fidedigna recordar estas cosas es importante.

      ¡Gracias a la comunidad #VenezolanosSteem gestionada por @marybetancourt y @solperez!