¡Saludos, amados míos! El tiempo vuela indetenible y casi no llego a tiempo a esta invitación de mi querida y admirada @charjaim en la Semana 12 de su De lunes a lunes que esta vez toca un tema del que todos tenemos algo que contar.
Los seres humanos siempre nos apresuramos a decir cosas de las que luego nos arrepentimos o de las que debemos precisar, “aclarar” ciertos aspectos para ajustar a ciertas condiciones y que sea más factible su cumplimiento o se justifique su ruptura.
Cuando estamos bajo la presión del tiempo, de la gente, de nuestro estado de ánimo, estas promesas salen de manera más espontánea (a veces explosiva) y no tomamos en cuenta los factores sino solo las consecuencias que nos han llevado a enunciarlas vociferando ante quien sea frases como: “No le hablo más…”, “Nunca más volveré para allá…”, “Ni en un millón de años lo vuelvo a hacer…” que se resumen en la sentencia: De esta agua no beberé.
Foto propia hecha con una Tablet Canaima
En mi vida personal y profesional he dicho innumerables veces De esta agua no beberé o su variable De esta agua no beberé otra vez y, de repente, me veo tomándola por toneladas.
En mis labores como costurera han sido muchísimas las veces que, movida por la ira, el cansancio, la ingratitud de la gente, entre otras razones, he pronunciado esa frase.
Recuerdo que una vez un cliente, un señor del ejército, me pidió que le redujera un uniforme. Él andaba muy apurado y como casi todo militar, quería el trabajo para ayer. Yo lo recibí. Le puse pausa a lo que estaba haciendo y me metí de lleno con el uniforme. Era (es) un trabajo difícil y que consume muchísimo tiempo pues había que descoser las prendas por completo y no solo reducir el ancho y largo de la camisa y el pantalón sino también del montón de bolsillos que tienen.
El señor iba a buscar el uniforme al día siguiente pues tenía que viajar así que esa vez me tocó amanecer cosiendo. A las ocho de la mañana del día siguiente cuando llegó el militar a retirar su uniforme, yo estaba con los ojos estrellados de sueño, pero con el trabajo listo. Cobré y me prometí “Nunca más arreglo un uniforme de esos”. Una semana después, volvió el militar con dos de sus compañeros y yo les recibí los uniformes con una sonrisa digna de comercial de crema dental.
Foto propia hecha con una Tablet Canaima
De manera similar ocurrió a inicio de la pandemia cuando una señora me llevó al taller una lencería de cama. El trabajo consistía en colocarles las elásticas a cuatro forros de cama. Es un trabajo sencillo, pero yo debía descoser los bordes de los forros y retirar las elásticas vencidas. Y yo odio descoser. Lo hice aburrida y pacientemente. Luego, colocar las elásticas nuevas, bueno, fue una fiesta para mí.
Al entregar el trabajo, una vez que se fue la cliente, dije a viva voz: “Nada de lencería, nunca más”, Mi hija Daniella miró al techo cuando me oyó.
Esa semana, como estábamos en semana rígida, no llegó ni un solo trabajo nuevo. A mediados de la semana siguiente, flexible, llegó una señora con unas telas para hacer dos juegos de lencería de cama para su hijo que se iba para la escuela de guardias y las necesitaba urgentemente.
Mi hija comenzó a toser al fondo del local. Y yo, como si nada ocurriera, recibí los cortes de tela y me despedí de la señora.
– “Nada de lencería, nunca más”, dijo Daniella, con una voz muy aguda, para burlarse de mí.
–Voy a hacer lencería; no a repararla.-argumenté, como si eso me liberara de la promesa que hice antes.- Además, ya hoy es miércoles y no había llegado ni un ruedo que coser. ¡No íbamos a pasar hambre esa semana!
Quedo agradecida por tu idea, querida @charjaim
Así también agradezco a
@marcybetancourt, @venezolanos,
@solperez, @skinnygirl,
@genomil y @josertalaverag
Por el trabajo constante que hacen por
nuestra Casa de todos los sueños posibles
El 15% de los beneficios de este post es para la cuenta comunitaria @venezolanos
Hola amiga, verdaderamente no ibas a dejar de recibir un trabajo que generaría un ingreso por palabras que dijiste en un momento determinado, por cansancio o aburrimiento, definitivamente hay que dar gracias a Dios por todo lo que nos ingresa.
Me encantó tu modelo jejeje
Saludos amiga, que tengas feliz noche.
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Hola, @genomil! Así es, amiga, me tragué las palabras y recibí esos trabajos (de hecho, son pocas las veces que he rechazado una costura por simple gusto) porque la necesidad obliga.
¡Ah, mi modelo! Esa es Mitty, la gata de mi hija Annelise. No podemos dejar descuidada alguna bebida porque ella las prueba. Entonces hay que tirarla y servir una nueva. Solo tuve que llenar ese vaso con agua, ponérselo cerca y listo, la foto para el post.
Gracias por tu apoyo y lindos comentarios, @genomil.
Saludos!
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Hola, amiga, no me imagino haciendo ese trabajo, qué paciencia tienes; de verdad que descoser es muy aburrido, cuando me pongo a hacer algo de costura pego al revés la pieza y me toca deshacer y es estresante para mí, así que no me queda sino alabar tu trabajo aunque hayas dicho que no lo harías más, tu experiencia cuenta y esas segundas veces seguro quedan muy buenas.
Saludos y abrazos.
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Definitivamente en todo oficio hay algo que no nos gusta. En la costura, a mí me fastidia descoser. Tengo colegas a quienes no les gusta bastear, pegar botones o rizar cintas o encajes. jajajaja Hay que cultivar la paciencia y esta no se adquiere si no hacemos las cosas que no nos gustan.
Gracias por tus ideas para la escritura. Ya estoy a la espera del próximo tema.
Un abrazo, @charjaim.
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