Comienzo una pequeña serie de microrrelatos de motivación realista, aunque no sé cómo cierren, a partir de la experiencia del COVID-19 en Venezuela (o sin ubicación precisa). Quizás un modo de "exorcizarlo". Gracias por su lectura.
La señora subió al bus; llevaba su tapaboca y la bolsa con las humildes compras que pudo hacer ese día. No quería salir al centro de la ciudad, pero no tenía otra opción. Ya era muy mayor, y se había quedado sola pues sus hijos y nietos se habían ido del país.
Suspiraba a cada momento, mientras veía por la ventana. Imaginó a sus hijos y nietos sobreviviendo en cualquier trabajo que se les presentaba; ella y su marido ya fallecido se habían sacrificado para darles una profesión, pero ya todo eso se había anulado, donde estaban ya no contaba.
A su lado se sentó un joven; muy bien parecido, con su tapaboca, de ojos muy expresivos. La miró y sintió su suave expresión casi de ángel que descendió a la tierra. No supo cuándo se quedó dormida.