Décimas dominicales.
Cuando todo está callado
te pienso en la soledad
deseando con ansiedad
poder hallarme a tu lado.
Tantos años han pasado
de nuestro último encuentro,
pero te hallas tan adentro
del paciente corazón,
que te tengo de razón
de mi perenne epicentro.
Un domingo vespertino
me revive la esperanza
y plenitud de confianza
en tronar a mi destino.
El sol esta tarde vino
más intenso y más caliente
para que de nuevo intente
reconquistar tu querer,
y en este resplandecer
yo tengo una fe vehemente.