Apps para consentir relaciones sexuales ¿es el futuro?

Hoy quiero analizar con vosotros una App que ha llegado a mis oídos: LegalFling, una app para dar consentimiento antes de una relación sexual. Tengo que decir que no he podido probarla, ya que todavía está pendiente de la aprobación por parte de Google y Apple; así que toda la información que tengo es a través de noticias. Si alguien ha tenido ocasión de “cacharrearla” y cree que mis dudas son infundadas… soy todo oídos 😉

UNA APP PARA PROTEGER… ¿A QUÍEN?

Esa es la primera pregunta que me planteo: ¿quién necesita esa protección?, ¿son las mujeres las que sufren denuncias de abuso por parte de los hombres?, ¿o son los hombres por parte de las mujeres? Permitidme la licencia de presuponer que son los hombres los denunciados. En ese caso hay dos opciones: o el abuso ha existido, o no. Ya analizaremos más adelante si la app es efectiva para proteger a quienes son denunciados falsamente, pero ¿qué pasa con los abusos reales?

Como sociedad estamos haciendo un esfuerzo muy grande para salir del armario, para que no haya una sola mujer más que vuelva a casa avergonzada por algo que la marcará de por vida, y de lo que no es responsable. Para darles voz, dejar de revictimizarlas, dejar de juzgar si la falda era muy corta o si había bebido demasiado; porque nada le da derecho a otra persona a violar. Buscamos igualdad, empoderamiento, justicia. ¿Es este el momento para desarrollar herramientas que pongan en entredicho a una mujer que se atreve a denunciar? Si el mecanismo de la app fuese 100% efectivo quizás, pero como no me ofrece ninguna garantía, permitidme que lo dude.

PRIMERO LO PRIMERO, ¿CÓMO FUNCIONA?

Esta app envía solicitudes de consentimiento a través de WhatsApp, SMS o Facebook, y tiene dos modalidades: relación casual y relación formal. Dentro de ambas modalidades hay un listado de prácticas sexuales que se pueden marcar o desmarcar y que son aquellas que estamos dispuestos a consentir. Este listado ofrece un amplio abanico que va desde el uso del lenguaje obsceno al BDSM, pasando por la grabación de vídeos y fotografías, de forma que en ningún momento se traspasen límites.

Es un contrato legal, vinculante y el incumplimiento de las normas constituye una vulneración del mismo (que conlleva multas). Además, al usuario afectado se le proporcionan herramientas legales para llevar el asunto a los tribunales. Es un sistema descentralizado y seguro, ya que funciona a través de tecnología Blockchain, de forma que cualquier transacción queda encriptada y registrada, manteniendo la privacidad de los usuarios.
Por último, tiene un “botón del pánico”, que permite a cualquier usuario desistir de su participación, de forma que el contrato queda revocado por completo al instante.

Y ENTONCES LLEGÓ EL CAOS

Sí, muy normal, en medio del calentón te dicen “espera, espera, ¿tienes condón? Ah, y por cierto, revisemos un momento el contrato legal”. Porque sí, es verdad, lo venden como “Pedirle a alguien que firme un contrato antes de que empiece la diversión es un poco incómodo. Un simple deslizamiento es fácil como 1,2,3” o “Nuestra voluntad es demostrar que un acuerdo no tiene por qué ser un documento legal de diez folios”, pero del dicho al hecho hay un trecho: habrá que debatir antes de firmar qué prácticas son consentidas y cuáles no, eso, o te pones a enviar solicitudes a lo loco, y cruzas los dedos para que las acepte sin mirar. Y eso en el mejor de los casos, porque ya me veo a más de uno buscando en internet en medio del debate, qué es BDSM, fisting o gukuna. Oye, que también está la opción de, en vez de hacerlo en medio del calentón, entrar en frío: no hay nada más sexy que un hombre que te guiña un ojo del otro lado de la barra, se acerca y te dice al oído “hola guapísima, ¿te gustaría hablar de un contrato LegalFling?”.

Y TODO ESTO ¿PARA QUÉ?

Para garantizar que las prácticas sexuales sean consentidas, para evitar que haya violaciones, abuso de mujeres drogadas o inconscientes, denuncias falsas me diréis… una caca pinchada en un palo os digo yo.

Lo primero es que la app tiene botón de pánico, tiene que tenerlo porque tenemos todo el derecho del mundo a arrepentirnos, a decidir que no estamos preparados, a que de pronto no nos guste lo que está pasando, y existiendo ese botón, la app ya no sirve para nada. Porque, ¿qué impide al usuario que ha dado su consentimiento, pulsar el botón al acabar la relación sexual? “Sí señoría, en un principio di mi consentimiento, pero luego le dije que parara, presioné el botón del pánico y él siguió”. A ver qué prueba forense demuestra que el fin del acto fue previo al desistimiento del contrato.

“Me ahorrará conflictos legales” ¿Seguro? Hoy en día utilizas lenguaje obsceno con una chica a la que no le gusta, y probablemente no te vuelva a llamar, pero no te denunciará por eso. Al firmar en la aplicación te comprometes a seguir unas determinadas pautas, y eso tiene consecuencias legales. ¿Puedes garantizar que no se te escapará ninguna obscenidad cuando la sangre ya no esté en tu cabeza? O peor, ¿qué te garantiza que no te acuse de haber incumplido el contrato aunque no lo hayas hecho? Se supone que la app nace para evitar denuncias falsas, y mi pregunta es ¿las evita?

“Evitará violaciones”. Permitidme que lo dude, ni evitará las violaciones ni las denuncias falsas. En el primer caso, es tan absurdo como suponer que una persona que está siendo forzada a tener relaciones sexuales, no puede ser obligada a firmar un consentimiento; y en el segundo, es tan absurdo como suponer que una persona que miente al decir que han abusado de ella, no puede a su vez mentir diciendo que el consentimiento fue coaccionado.

“Impedirá que se abuse de mujeres inconscientes”: ja, ja, ja. En un mundo donde los móviles se desbloquean con el iris o la huella dactilar, ¿qué impediría a un agresor poner el dedo de una mujer inconsciente en su móvil, y enviarse una solicitud de consentimiento a sí mismo?

CONCLUSIÓN

Veo lagunas por todos lados. Me llamaréis moralista, anticuada o mojigata, pero os plantearé la siguiente cuestión: entiendo que en los tiempos que corren no hace falta casarse, estar enamorado o tener una relación para tener sexo, pero quizás, deberíamos exigirnos a nosotros mismos un mínimo antes de consentir una relación sexual, y creo que ese mínimo es la confianza. Si no confías en que una persona no te va a denunciar por tener sexo, quizás no deberías tenerlo, y si aún así quieres correr el riesgo hazlo, pero si te pillas los dedos no llores.