Una imagen, un poema #60: Dioses caídos
Creció Chuito admirando a Portirio,
hombre que había podido viajar por el mundo,
como boxeador había ganado medallas
y se había podido dar todos los lujos.
En el bar del pueblo, Portirio contaba,
cómo con su técnica había derrotado al enemigo:
"Me llamaban puño de acero, cara de hierro
porque ninguno lograba acabar conmigo".
Decía Portirio,
mientras se bebía el ron que le regalaban:
"Fui a Moscú y a la china, a Potugal, México,
Brasil, la India, Perú y hasta Autralia."
Y la gente aplaudía sorprendida,
porque Portirio tenía puños y labia.
Y cada noche, salía Portirio
del bar donde se la pasaba,
ebrio y diciéndole a Chuito,
que era siempre el que lo llevaba.
"Aguántame que me caigo",
y Portirio siempre caía al suelo.
Y Chuito lo levanta como un hijo
y le dice con verdadero esmero:
"Estamos en el primer round,
así que levante,
que todavía nos faltan varios tercios".
muy lindo tu poema
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Gracias por tu comentario
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