Una imagen, un poema #69: Un vampiro en el pueblo
Llegó Eulogio del conuco
y encontró nerviosa a María:
¿Qué te pasa, mujer, por qué esa cara?
¡Me viste y te quedaste sorprendida!
"No es nada, Eulogio,
lo que pasa es que aún,
no te he hecho la comida,
pero siéntate que ya la monto
y dentro de un rato está servida".
En eso Eulogio vio que había
en el cuello de su esposa
una tremenda mordida:
"¿Mujer qué fue eso?",
preguntó Elogio con ira,
Y la mujer no supo qué decir,
y comenzó con evasivas:
que tú sabes que hay vampiros
que se meten en la cocina,
y cuando uno se descuida,
van y te chupan hasta las pantorrillas".
El pobre Eulogio que era santo
y no sabía de mentiras,
pues puso trampas para vampiros
cada vez que de su casa salía,
pero nunca agarró a ese vampiro
que cuando él se iba,
entraba a su casa y a su mujer mordía.