Arte y escritura/ semana 55/ La hora final (Cuento)

in hive-108800 •  2 years ago 

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Saludos, amiga @solperez y toda la comunidad de #VenezolanosSteem, por aquí estoy de nuevo participando en esta actividad de arte y escritura, en su semana 55. Esta vez inspirados en la obra "El reloj" del pintor polaco Pawel Kuczynski.
Invito a los amigos: @oacevedo y @elprofe62 para que se unan a esta iniciativa. Aquí dejo el enlace

La hora final

Decidió regresar al pueblo, había algo allí que lo tenía intranquilo. Cuando su amigo Jean lo invitó, él aceptó, por el solo hecho de alejarse un poco de esa vida azarosa de la ciudad y de su trabajo de reportero de sucesos, a veces los muertos no lo dejaban dormir.

—Vamos amigo, San Quintín es muy tranquilo, tomaremos unas cuantas fotografías y luego me ayudas a escribir la crónica.
—Está bien, me servirá para alejarme de tantos muertos y violencia, esta semana fue impresionante.

El viaje no fue muy cómodo, aquella carretera parecía más bien un camino abandonado, San Quintín se perdía en una tierra árida que le daba una sensación de pueblo fantasma. Lo primero que recibía al viajero, era un viejo cementerio, donde las tumbas se escondían entre la maleza seca y los Cardones firmes como vigilantes permanentes.
Fue extraño sentir que el cementerio era como lo único de valor turístico en aquel pueblo.

Jean se detuvo, ese día presenciamos un cortejo fúnebre presidido por un viejo párroco que arrastraba sus pies con mucha pesadumbre, mientras dejaba una plegaria que el viento la iba repitiendo como un eco ahogado.

—¡Esto es excelente! Llegamos justo para fotografiar un entierro. No es algo muy común, a la gente de San Quintín no le gusta morirse. ¡Ja, ja, ja!

Los pobladores pasaron como si nosotros no estuviéramos allí.

—¿Te diste cuenta de eso, Jean?
—¿De qué licenciado?
—Pues, ni siquiera miraron.
—Aquí el silencio y el alma del muerto se respeta, ¿por qué tendrían que fijarse en otra cosa? Eso molestaría el viaje de la persona fallecida, solo el párroco debe elevar la oración. ¿Quieres visitar el cementerio? Yo puedo seguir solo, te espero en la bodega, no hay perdida, solo hay una.

Caminé hacia el cementerio, aquello parecía algo tan teatral como si fuera algo preparado para una película, me encontré con una tumba abierta, la tierra estaba recién removida y una lápida con un reloj que no movía las manecillas, le pase la mano para limpiar un poco el polvo y las agujas comenzaron a moverse, un frío me recorrió la espalda, miré a los lados y no vi a nadie, decidí regresar para buscar a Jean. Me esperaba sentado a un lado de la bodega y con su cámara descansando sobre sus piernas.

—¿Quieres tomar algo? Solo hay limonada y café.
—Prefiero el café. ¿Qué has hecho?
—Tomé unas cuantas fotografías mientras te esperaba, aquí el tiempo parece estar detenido, morirse en este pueblo es un acontecimiento raro.
—Si todo parece estar en el limbo. Es para desesperarse, ¿no crees?

Le iba a contar lo del cementerio, pero lo dejé hablar de San Quintín, era como si contar la historia del pueblo fue una promesa hecha a sus padres y no la había podido cumplir, ellos a lo mejor le estaban reclamando su olvido.
Volvimos a la ciudad luego de un par de días que a mí me pareció que fueron semanas, cuando pasamos por el cementerio, pude oír el tictac del reloj y por primera vez sentí la mirada del párroco que levantó su brazo y dibujo una cruz en el aire como echando la bendición.

Tuve que regresar unos días después, esta vez vine solo y en una motocicleta, me detuve frente al cementerio y para mi sorpresa, allí estaba de nuevo el párroco y sus feligreses despidiendo a otro difunto.
Me acerqué para ver aquella ceremonia y sentí una gran curiosidad por ver al difunto, el párroco canto un rosario y regó incienso, dijo unas palabras en latín como si estuviera realizando un exorcismo. Alguien dijo: —descúbrale el rostro para que vea el camino. —Lo vi, ahí estaba mi rostro mirando el reloj que en ese momento detenía sus manecillas, luego me fueron cubriendo con tierra y ya no supe adónde se fueron. Lo último que oí fue:

—Nadie sabe en qué momento o en qué lugar le llega su hora.

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Mi apreciado amigo, usted que estaba perdido, regresa con este magnífico relato, en el que el narrador nos cuenta el trayecto que realizó para encontrarse con la parca en San Quintín.

Por cierto el nombre del pueblo me trajo muchos recuerdos de una frase que mi padre solía decir cuando no sabía de dónde era alguna persona lo ubicaba en "San Quintín", con lo cual podría pensar que este es un lugar sin ubicación específica, y así es la muerte, nos agarraba en cualquier lugar y en cualquier momento.

Gracias por estar. Un abrazo.

Saludos amiga @solperez, gracias por tu comentario siempre tan halagador. Estoy un poco alejado de steemit y pensando alejarme por un tiempo, el sistema de recompensas como me lo dijiste hace tiempo es una espada de Damocles, la que no quiero seguir teniendo, me he mantenido porque me gusta esta iniciativa, pero económicamente steemit no me proporciona una ayuda que merezca un mayor esfuerzo y de parte de sus administradores no veo que ellos quieran mejorar el sistema, prefiero concentrar mi esfuerzo en la otra blockchain. En eso estoy pensando. Un fuerte abrazo amiga.

Es una lástima que la plataforma no compense el talento de usuarios tan valiosos como tú, y de otros tantos que se han ido. De verdad, es una pena perderte. Ya sabes que siempre estaré con los brazos abiertos para recibirte.

Amigo @silher

Una historia contada con cierto suspenso desde su inicio donde el personaje contempla su propios funeral.
el final queda abierto a la imaginación del lector

Fue un gusto leer la narrativa de la historia.

Saludos y éxitos

Desde el primer entierro pensé en ellos como los difuntos al ser ignorados por los pobladores. Me creó mucha expectativa el texto. Al final fue solo el protagonista, quien se fue a morir a San Quintín.

Nadie sabe en qué momento o en qué lugar le llega su hora.

Una gran verdad