Es muy triste decir cuanto lo siento, cuando soy el único que cree en la verdad de este mi turbio pensamiento.
Es duro, y difícil aceptar las realidades que solo yo debo vivir y ocultar.
Es duro, calmar estas lágrimas sedientas de la escasa tranquilidad que ya no tengo.
Tan duro como aceptar que fui en tú compañía solo el amante y esclavo de la despiadada y funesta soledad.
Una soledad absurda que pocos pueden decir conocer y pueden tranquilizar con pedazos de recuerdos que sangran de miedo, y los cuales no volverán nunca a ser lo que eran cuando habían razones para luchar por el deseo de amar o volverlo a intentar.
Hechizos de cuentos de hadas que no supieron conocer en otros brazos sinceros la libertad de ser, sonreír ó llorar por el simple hecho de necesitar.
Donde las tardes y mañanas son la misma tortura al recordar.
Al recordar entre cuatro paredes la injusta verdad de ver como los días se van como hojas en otoño que en primavera se olvidaran.
Con un frío que hiela los huesos de tristeza.
Donde poco puede reconfortar.
Donde pocos escuchan el grito de silencio de socorro de un corazón poco prudente que se cansó tanto de llorar como también de esperar.
Ahí dejo ése pensamiento que siempre te quise regalar.
Triste es decir ¡ lo siento !.
A quien ni con todo el amor del mundo me supo amar.