🌑 🌓 🌔 🌕
Una noche sin luna.
A veces antes de dormir, salgo de mi alcoba solo porque me gusta mirar las estrellas.
Pero, desde hace unos dĂas, se presenta un hombre alto, es alto, muy alto.
Me hace sentir pequeño y sin sentido.
Pero por alguna razĂłn, le gusta asustarme.
En la noche, cuando todo está obscuro, siempre salgo a contemplar aquél espacio vacuo que no puedo entender.
Y Ă©l aparece.
No puedo sentir su presencia ni advertir cuándo llegará, pero desde hace unas noches lo hace, asà que sé que lo hará.
La oscuridad de la noche tal vez le dĂ© ventaja y Ă©l llega y sonrĂe, su amplia sonrisa de dientes afilados me hace dar un respingo e intento no verlo.
—Buenas noches— siento un escalofrĂo recorrer mi espalda y, en su lejanĂa, oigo los gritos de mi padre.
"Otra vez llegĂł borracho."
Y, como siempre desde hace un tiempo, él rompe el silencio diciendo cosas extrañas que me asustan.
—Y, dime, ¿Ya intentaste lo que te dije?— inquirió.
—Ya no quiero hablar de eso, sabes que no me gusta— susurré.
—No tiene importancia, de todos modos y al paso que vas, sabes que vas a hacerlo.
—No quiero hacerlo, mamá se pondrĂa triste. Muy triste, demasiado triste.— me aferrĂ© a mis piernas y mis lágrimas se deslizaron por mis mejillas, ya basta, quiero que pare.
—Vas a intentarlo tarde o temprano y lo sabes, de todos modos, vivir no es la gran cosa, si lo fuera, no estarĂas llorando como siempre. —suspiró— Hoy no hay luna, ÂżYa lo notaste?
—No. — espeté.
Y ya luego de un rato el tiempo pasĂł, las horas pasaron lentamente mientras Ă©l me veĂa llorar estoy seguro de que algĂşn dĂa Ă©l desaparecerá.
―Hoy no hay luna ―susurré.― Otra noche sin luna.
―¿Por quĂ© lloras por todo?― inquiriĂł alzando su profunda voz, no lo habĂa oĂdo llegar, es más, ÂżSi quiera habrĂa llegado?
―DeberĂas intentar ser un poco más fuerte.
―Incluso las personas como yo quieren una luz que ilumine sus noches, aunque la luz se haya apagado hace años, para las personas como yo, que les da miedo vivir, sólo queremos un impulso, una luz.
Resopló. ―La luz no existe.
―AlgĂşn dĂa la encontrarĂ©, yo lo sĂ©.
―Si tú lo dices, pequeño inútil.
―¡Que no soy inĂştil!― alcĂ© mi dĂ©bil voz, intentando sonar más como un chico... Aunque sea uno, lo mirĂ© y Ă©l me sonriĂł, sus ojos escarlata penetraron en lo profundo de mi alma, mi pobre alma... No pude sostener la mirada por mucho tiempo y me volvĂ a la laguna, el agua debĂa estar frĂa a aquellas horas, lo sĂ©.
Sólo refleja estrellas, porque hoy es una noche en la que no hay luz, una noche más sin luna.
―Eres un miedoso.― espetó.
―Siempre tengo miedo, ya es normal en mĂ.― mirĂ© el suelo, luego el cielo.
Incluso las estrellas deben tener miedo de algo, ÂżNo?
―Pero es normal.― concluyó luego de un rato.
―¿A quĂ© te refieres?― no me respondiĂł... Al menos no Ă©se dĂa.
―Todos tememos a algo― me dijo. Su voz ronca me asustaba, lo odiaba como todos y le temĂa de sobremanera.
―¿Incluso tĂş?― mi pregunta sonĂł temblorosa, alcĂ© la mirada y lo vi, sonreĂa.
―Incluso tú― respondió.
No fue lo que preguntĂ©... Pero luego de eso, aquĂ©l demonio que me atormentaba y sonreĂa al verme llorar, se fue... Se fue.
Y no volvà a verlo más, al menos, no en ésta vida.