Tomen a alguien que apenas si acaso ha dejado de ser llamado “niño” en el momento actual, e intenten ver en él lo que siente al estar viviendo la actual pandemia. Tengan en cuenta, por cierto, que dicho jovencito realmente no está dentro del grupo de peligro real, y que puede darse el lujo -siempre que lo considere, como suelen hacer los jóvenes, a sus familiares y allegados mayores que están en un riesgo verdadero, si es que acaso no han perdido ya a alguien- de no saberse amenazado verdaderamente por esta circunstancia. Seguramente se sentirá abrumado, asustado, inseguro, o, ¿por qué no?, aburrido con semejante sobreabundancia de información al respecto y por ver cómo el final de la pandemia, a pesar de las vacunas y de la normalidad que ya comienza a respirarse en otros países (fuera de América Latina, por supuesto), no termina de llegar. ¿Y los ochentas? ¡Ya va, un momentito…!
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Pues bien, si todo esto que se siente con la pandemia, a pesar de saber que va a tener un fin, -porque tiene que tenerlo-, puede afectar la psiquis y la formación general de un niño/joven, imaginemos por un momento lo que habrá implicado el haber crecido o haber tomado ya consciencia de no-niño en una década (¡sí, los ochentas, al fin!) absolutamente bombardeado por el miedo -si no terror-, de un siempre inminente peligro de guerra nuclear entre los dos súper-polos para la época: los EEUU y URSS. ¿Exagero? Veamos.
Muchos de los “himnos” de estos años tienen su fundamento en el temor implícito a que aquel famoso “botón”, que siempre era imaginado de color rojo, fuese presionado desatando un ataque nuclear entre las dos potencias. Era ese, por cierto, el botón a que Miguel Mateos (“Cuando seas grande”, 1986) se refería cuando nos preguntaba qué haríamos cuando lo oprimiesen.
¿Han escuchado alguno? He aquí algunos ejemplos:
En su extraordinario “Zenyattà Mondatta”, The Police nos describía un tristísimo mundo post holocausto nuclear -post apocalíptico, diríamos ahora-, recordándonos, con un optimista beat que podía confundir, que nosotros seríamos lo mejor que aún quedaría en pie When The World Is Running Down (You Make The Best Of What’s Still Around)(1980) luego de la gran destrucción. Valga decir que el tercer surco del disco, compuesto por el virtuosísimo Stewart Copeland, esta titulado directamente “Bombs away”.
Ya no nos extrañan los temas con profundo contenido político de U2, como no era menos de esperarse de unos muchachos irlandeses que tuvieron que ver tanto derramamiento de sangre en su o sus países, y que uno de sus discos para aquella década se titulara “War”, no era de extrañar. Pero es en “Seconds” (1983), uno de sus tracks, con un rabioso ritmo casi de marcha militar y un hipnótico canto del bajo, que nos hablan del cortísimo segundo que se tarda en decir adiós mientras refulgen las explosiones nucleares en el cielo.
Los australianos de Men At Work satirizaban la situación en “It’s A Mistake” (1983).
Incluso dentro del relajado Synth pop encontramos reflejado el temor en cuestión. Aunque Depeche Mode con “Two Minutes Warning” (1983), no enfrenta el tema de manera muy directa, es otra de las canciones de la década que juega con el lenguaje común y las imágenes de la época.
Alphaville, “Forever Young” (1984).
Heaven can wait we're only watching the skies/ Hoping for the best, but expecting the worst/Are you gonna drop the bomb or not?
Con una letra como esta, ¿cabe dar alguna explicación?
Ultravox – “Dancing With Tears In My Eyes” (1984) es otra de esas canciones que contaban una sentida historia frente al escenario en que a todos les quedaban pocos minutos de vida. El video de la canción mostraba a un hombre que se daba cuenta de que el colapso de una planta de energía nuclear era inminente, escuchaba la noticia “It’s over”, y corría a casa para pasar sus últimos momentos con sus seres amados.
Finalmente, mis dos favoritas. Dos ingentes himnos de los ochentas que han envejecido con toda dignidad:
“Everybody Wants To Rule The World” (1985)
La canción habla de la búsqueda del poder y sus desafortunadas consecuencias.
La letra de la canción detalla el deseo que tienen los humanos de tener poder y de controlar. Su letra puede encontrar referentes en múltiples escenarios, como el medio ambiente: "Turn your back on mother nature" (Dale la espalda a la madre naturaleza); el éxito financiero efímero: "Help me make the most of freedom and of pleasure/Nothing ever lasts forever" (Ayúdame a aprovechar al máximo la libertad y el placer / Nada dura para siempre); los gobiernos totalitarios: "Even while we sleep/We will find you" (Incluso mientras dormimos / Te encontraremos) y, por supuesto, claramente a la Guerra Fría: "Holding hands while the walls come tumbling down" (Tomados de la mano mientras los muros se derrumban).
A diferencia, tal vez, de cualquiera de los otros temas que menciono aquí, casi nadie ignora que “99 Luftballons” (1983), de la germana agrupación Nena, es uno de los íconos musicales de los ochentas que trata de una posible guerra atómica, y que, de hecho, ha sido incluido en videojuegos, películas, series, etc, relacionados con el tema. A pesar de algunas diferencias entre sus letras en original alemán
y su versión en inglés
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By @cytherea
Wow wow wow, un excelente post que te deja reflexionando y que además está lleno de muy buena música. Muchas gracias por compartirlo.
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Qué ganas de tener una máquina del tiempo (quizá debería bastarnos ya la tecnología) y conocer todo lo bueno de aquellas épocas.
Un fuerte abrazo y todo lo mejor ☘
¡Gracias por la música y las ideas!
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Hola amiga!! Tu participación es genial!! Muchas gracias por sumarte al concurso semanal de Writing & Reviews! En breve estaremos compartiendo los ganadores!!
Gracias por la buena onda y por compartir un post tan lindo!!
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