Protegiendo las tierras (Relato corto)

La situación empeoró drásticamente en la zona de la tribu. Grandes barcos cargados con hombres armados y con el deseo vehemente de explotar las tierras, era el enemigo de toda la tribu, una que jamás había sufrido sobresaltos.

Todo inició después del destierro de uno de los cabecillas de los clanes. Su intento por convertirse el cabecilla en general no pudo concretarse, por lo que decidió tomar medidas drásticas, que determinaron su salida de las tierras.

Sin pensar en el daño, Mateé, hizo lo que jamás nadie se esperaba, ir a los grandes comerciantes, y vender a todos lo que alguna vez lo acogieron, sin importar el daño que esto le causaría, incluso a su propia familia.

—Dichosa tierra, virgen y toda para mí, sacaré hasta la última gota de oro que esté acá, sin importar qué o quién se interponga —

Uno de los avaros y criminales, hacia presencia en el lugar con esta presentación. Su objetivo, como muchos, era enriquecerse de unas tierras que jamás habían sido pisadas por el hombre blanco, quién no escatimaría el uso de la fuerza para hacerse con el oro.

—Vayan todos a la costa por favor, lo más rápido posible, y si nuestro Dios nos lo concede, podremos mantener nuestras tierras libres de estos hombres —

Mateu, quién por años había dirigido la región, sabía que el conflicto tendría como resultado la muerte de muchos de sus compañeros, por lo que alejarlos hacia la zona sur, les daría un poco de ventaja para tratar de escapar de los disparos.

—Papá, porque no vienes con nosotros, mamá y yo te necesitamos — Respondió el pequeño Corazón de Piedra, como le había puesto su padre.

—Mi amado hijo. ¿Recuerdas la historia que te conté, cuando tu gran abuelo nos protegió del gran oso, solo con sus propias manos? —

—Si papi, pero el abuelo murió, y así como tú, yo tampoco quiero que nada te pase. Por favor, ven con nosotros papá, te lo ruego —

El llanto desesperado del pequeño, junto con los ojos tristes de su amada Kaí, doblegaban la entereza de su corazón.

Los disparos comenzaron a escucharse muy cerca de donde estaban, los gritos y suplicios de los hombres era desgarrador, por lo que apremiaba el tiempo a el resto huyera para evitar una desgracia que era inevitable.

—Corran lo más lejos que puedan. Prometo alcanzarlos lo más pronto posible, solo trataré de contenerlos para que ustedes puedan huir lo más lejos posible junto con el resto. No miren hacia atrás, sean fuertes y valientes, yo los guiaré con la luz de las estrellas —

Continuará…

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Por David R.