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- Grampa, does God exist?
- God exists, only you will not be able to see him in heaven or in the church, you will only know him in the worst moments of life, also in the most beautiful, but you must be careful, because sometimes he will appear in a glance, or simply in a cup of coffee.
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Anaximenez se levantaba todos los días a las cuatro de la mañana, se recostaba en el fondo del bote a contemplar las estrellas, era una rutina diaria.
Era difícil para un hombre ignorante de todo, sin estudios, sin ninguna preparación técnica, que al perder a su padre a la edad de doce años, se vio obligado a trabajar la pesca y nunca pudo salir de aquel pequeño pueblo de pescadores, solo conocía el mar y la negra bóveda del cielo con los cientos de millones de estrellas que lo distraían mientras pescaba, pensando, preguntandose, en cual de esas estrellas estaría Dios, cuando aquel bote se volcó muriendo su esposa y sus dos pequeños.
Anaximenez había tomado eso como un ejercicio diario de discutir al vacío, de reclamarle a ese espacio indeterminado que no comprendía bien, pero que sabía, muy en el fondo que Dios estaba ahí.
Esa madrugada se fue a pescar, como todos los días, pero ese día era una fecha especial en el calendario, una fecha que jamás olvidaría en la vida, se cumplían tres años desde la tragedia que le arrancó de un solo golpe a toda su familia.
Ya en el mar, no comenzó a pescar de una vez, se limitó a contemplar el firmamento, hurgando, buscando entre sus misterios, donde estaba, donde se escondía Dios, pero así, de pronto dejo de buscarlo, y comenzó una tarea aún más difícil para él, aún más impensable, se preguntó donde estarían sus pequeños, donde estaría ella, qué lugar del firmamento sería el destinado para que aquellas almas inocentes subieran al cielo.
De pronto dejó de buscar, comenzó a recordar cuando jugaba con sus dos pequeños, de como Susan le reclamaba que no los malcriara, para que se criaran bien.
También recordó de las discusiones con ella, de como ella siempre trató de convencerlo de que la acompañara a la iglesia, y él nunca lo hizo, tal vez si lo hubiera hecho, no habría ocurrido todo aquello, pero descartó rápidamente esa teoría, si siempre se negó a creer en Dios, mucho menos iba a aceptar que existía uno que se dedicará a castigar a la gente, solo por no creer en Él.
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Así que comenzó a pescar, ese día pescó como nunca, al llegar al pueblo pudo vender toda su pescado y le sobraron algunos que regaló en la parte más pobre del pueblo, ya cuando solo le quedaba el pescado que había guardado para él, se le acercó una niña, muy linda, que le recordó a su pequeña Emily, diciéndole que ese día no había comido nada, a lo que este reaccionó, entregándole el pescado que había guardado para él.
Se fue a casa con el recuerdo de sus hijos, sin embargo, aquella pequeña le había logrado sacar una sonrisa, era la primera desde aquel fatídico día del accidente.
Entró a su casa y esa tarde no bebió, ni comió nada, se acostó, como siempre a esperar la noche, para seguir en esa búsqueda terrible en el firmamento, de su familia y sobre todo, de Dios.
En la mañana, bien temprano se echó al mar a pescar, pero esta vez se dirigió a Dios, no le preguntó por su familia, ni del porque del accidente, solo le pidió un gran pez, para dárselo a la niña, que tanto le recordaba a su pequeña Emily.
No tardó mucho, lanzó su red y casi inmediatamente esta se lleno de peces, recogió todo, y solo por probar, lanzó nuevamente la red, y allí estaba, otra vez el milagro.
Recogió todo y se fue hacia la orilla, resultó que ese día la pesca había estado muy mal para todos los pescadores del pueblo, pero Anaximenez estaba de suerte, aunque en el fondo, el sabia que Dios, tenía algo que ver con todo aquello.
Como siempre vendió su pescado, pero esta vez guardó dos, uno para él y el otro, el más grande, el mejor, era para aquella pequeña niña, estuvo esperando por mucho rato, pero la niña no apareció, solo observaba alrededor y nada, asi que recogió sus cosas y se fue a su casa.
En el camino consiguió a un hombre que arreglaba zapatos, que le preguntó cuánto costaba el pescado que llevaba, Anaximenez le dio el precio, pero este no podía pagarlo, así que le dio las gracias y siguió trabajando, dio unos pasos y solo se devolvio y le pregunto: "¿Tienes hijos?", este le dijo que tenia tres, a lo que este le entregó el pescado que había destinado para él, diciéndole: "Toma, dáselo a tus hijos".
Siguió caminando hasta la calle donde vivía, y allí, justo frente a su casa estaba la pequeña del dia anterior, este la vio con alegría, lo que sorprendió a los presentes, (Anaximenez no sonreía, ni compartía con nadie, de hecho desde aquella tragedia, no había hablado con nadie"), esta corrió a abrazarlo y él le preguntó si había comido, a lo que esta dijo que no, que su padre estaba muy enfermo y ella debía conseguir comida para llevarle.
Así que sin pensarlo, le entregó nuevamente su único pescado, y entró a su casa, pero esta vez además de la sonrisa, llevaba una sensación de paz, que hacía mucho tiempo no sentía.
Esa noche comió cualquier cosa, solo esperaba la madrugada para irse a pescar, sentía que su vida había cambiado, que esa noche sería distinta, sentia que habia algo diferente.
Esa madrugada se fue a pescar más temprano que nunca, ya en el mar se recostó en su bote, y comenzó a buscar en la bóveda del espacio, en aquella impresionante vista, cualquiera pudo imaginar por un momento que buscaba a Dios, para reclamarle el porque le arrebató de un solo golpe a toda su familia, pero no, esa noche solo pidió por aquella pequeña, por la salud del padre de esta, que no muriera y la dejara tan sola en este mundo, como le ocurrió a él cuando era apenas un niño.
luego comenzó a pescar, pero por mas que lo intentó no logró atrapar ni un solo pez , de pronto de la nada se desató una terrible tormenta que estuvo a punto de arrastrarlo al fondo del océano, pero Anaximenez se defendió con todas sus fuerzas, ya no por él, de buena gana se hubiera dejado arrastrar hasta el fondo, para escupirle en la cara a Dios todo lo que tenía que decirle, pero solo pensaba en la pequeña, en que debía sobrevivir para seguir ayudándole hasta que su padre se recuperara, y aun después de esto seguir ayudándole, tal vez hasta lo invitaria a pescar para estar más cerca de ella.
Anaximenez estuvo a la deriva por varios días, hasta que un barco camaronero pasó cerca de él y lo rescato, ya casi sin vida, deshidratado y muerto de hambre.
Estuvo una semana recuperándose en el hospital, y al salir solo pensaba en la pequeña, y después de mucho preguntar, dio con la casa de la niña, una ranchería a orillas del mar que se caía a pedazos, y que al encontrarla vio como una mujer malencarada llevaba de la mano a la pequeña, ya que venían de sepultar al padre, y que esta había quedado completamente huérfana y desamparada en esta vida.
En un pueblo tan pobre, y a pesar de que todos sintieron lástima por la pequeña huérfana, nadie hizo nada, solo al terminar los rezos del funeral se fueron retirando uno a uno, hasta que solo quedaron aquellos dos seres, desconocidos, pero que la desgracia les había unido en tan duras circunstancias, la niña debía tener a lo sumo unos diez años, quedó allí tan sola, esperando que algo ocurriera, pero nada pasó, solo que Anaximenez sintió que ahora estaban unidos por la solidaridad, así que solo la tomo de la mano y se la llevó a su casa, le compró algo de comer y la acostó en la camita de su hija Emily, le dio todos sus juguetes, su ropa y la adoptó como su hija, así como si nada hubiera pasado.
Al pasar de los días, Anaximenez se recuperaba rápidamente de su naufragio, y empezó a sentir que tenía una familia, aunque pequeña, era para él la más maravillosa de las cosas, la niña era un ángel, su nombre era Esperanza, así que se dijo a sí mismo que todo estaría bien.
En la madrugada, cuando se levantó a pescar, ya Esperanza le estaba sirviendo una taza de café y le despidió con un beso en la mejilla, deseandole buena suerte en su jornada.
Anaxímenes salió aquella mañana, con una sonrisa en el rostro, descubrió que aquella niña con todo lo que había sufrido, era feliz.
Se echó al mar, y aquella madrugada pudo ver, en el firmamento una nueva constelación, una que nunca había visto, era una de tres estrellas que formaban un semicírculo alrededor de una estrella de mayor brillo, se maravillo de esto, y en principio pensó que allí estaba Dios, mostrándole a su familia, pero luego se disipo una nube que cubría al resto de las estrellas, así que solo fue por un momento.
Esa mañana pescó como siempre, termino muy temprano, se fue al mercado y vendió todo el pescado, solo guardo dos de ellos, uno para su amigo el zapatero, que estaba arreglando unos zapatos a la pequeña Esperanza, y el otro para ellos dos.
De pronto dirigió su mirada al cielo diurno, y le pareció ver una estrella que se asomaba entre las nubes, para luego esconderse entre las nubes, esto ocurrió varias veces, hasta que Anaximenez dijo en voz alta: Ya no debes mostrarme nada más, ya se donde estas, creo en ti, te veo en los ojos de Esperanza cada vez que vuelvo a casa, también veo a mi familia en ella, y se que todo es obra tuya.
Ese domingo, Anaximenez no fue a pescar, salió temprano de la casa, acompañado de Esperanza, y se dirigió a la iglesia a dar gracias por la infinita felicidad que Dios le había obsequiado.
Años después, cuando Esperanza se casó y tuvo sus hijos, uno de ellos le hizo una pregunta que en el fondo Anaximenez estuvo esperando todos esos años:
- Abuelo, ¿Dios existe?
A lo que este respondió, como si estuviera esperando esa pregunta toda la vida:
- Dios si existe, solo que no podrás verlo en el cielo o en la iglesia, solo lo conocerás en los peores momentos de la vida, también en los más bellos, pero debes tener cuidado, porque a veces se presentará en una mirada, o simplemente en una taza de café.
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Hermosa historia, muy conmovedora, tiene una carga de sentimientos gigantes, guao me erizaste la piel, te felicito gran trabajo.
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@fendit
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Gracias por compartirla!! Realmente la disfruté mucho! Es un gusto tenerte aquí y que esta clase de contenidos de calidad sean compartidos en nuestra comunidad :)
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