"Hoy salí a pasear sin ganas"

Un gran saludo a esta gran comunidad de #writingreviews

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Hoy salí a pasear sin ganas, mi madre, que es lo más grande, me esperaba.
Hoy salí, como de la puerta pa fuera, lo mismo que un zombi, calles repletas de gente (de veraneantes, como los llamamos aquí) un encanto sí, los bares llenos, las tiendas y fruterías a rebosar, la ropa, artículo preferido de los domingueros que en este comienzo de Agosto, estrenaron las calles de Chipiona de nuevo.

Me alegré por un momento pensado en mis chipioneros y el dinerito contante y sonante que iba a lucir al final del verano, por sus monederos.
Sí, me alegré de corazón, el corazón me bombea cuando veo lleno mi pueblo, las gentes todas currando, la moneda que corre por sus manos y la gente, la calle llena de gente disfrutando.

Sí, me llena de felicidad, pero mi madre y una servidora solemos ver lo que la gran mayoría de gente que va al pulso del reloj para no llegar tarde a la cervecita helada y la tapita o a coger un buen sitio en la playa, no ven, no se inmutan, no se paran.

Había uno de ellos (una persona sin hogar) con un chaquetón de invierno puesto y los demás mirando atrás, con caras como de irlo criticando, como que en pleno verano fuese tan abrigado ese hombre y es que la noche fue fresquita, incluso tuve que arroparme con mi sábana, este pobre hombre, si durmió en la calle también debió sentir bastante el fresco en sus carnes y si a esas horas de la mañana aún no se había calentado el estómago con un buen café caliente (que a buen seguro no podría permitirse) no tenía más remedio que seguir con la piel helada.

Siguiendo nuestro paseo, nuestro trayecto, un señor mayor, tocando un saxofón... Un hombre de piel negra con dos metros de altura, dando los buenos días en español (seguro es la única frase que se aprendió para subsistir en nuestra patria), tres esquinas más adelante, sentado junto a un escalón, pegado a la cola de una administración de loterías, donde la gente gasta euros al por mayor, mi amigo, el de todos los veranos.

Le conocí hace más de cuatro años, me presenté, nos presentamos le dí mi mano,(es cordobés) monedas, las que pude y le ofrecí un cigarrito de los míos que nos fumamos charlando.

Ya van unos cuantos calores de Agosto que lo llevo viendo y nadie, (tan solo unos cuantos) paran para saludarlo, darle los buenos días, ni ofrecerle un mísero euro para un café.
Tras darle mi saludo de siempre, preguntar como se encontraba y mostrarle mi alegría por volver a verlo un año más aunque fuera de nuevo en la calle, con su cartón delante donde dice
"Busco trabajo, ayúdenme para comer" le ofrecí mis monedas y seguimos caminando.

Así, hasta llegar a la Cruz del mar, la gente sigue, cervezas, tapas y compras pero nadie se percata de esa parte del mundo que anda parada por las aceras y arrodillados en el suelo suplicando una limosna.
Mi madre, que se agacha a poner sus monedas pertinentes, las que su bolsillo permite,

no es que nosotras seamos mejor que nadie, es sólo un grito al espectador intachable, al caminante erguido, todos y cada uno de nosotros podríamos pasar por una situación semejante...

Si hubiese parado en una esquina, un actor, cantante conocido o algún famoso, todos pararían el ritmo de sus pasos sin dudarlo, pero se niega una palabra de calor, una moneda y un apretón de manos a un pobre que está en la calle tirado...

Es sólo un grito...

Autor: @jepb18