Seguir siendo un niño
Autor: @nachomolina2
Original Poetry
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Algunos niños suelen decir que quieren ser niños para siempre. Aun sin saber, de que se trata la vida, lo apuntan con tal convicción apremiante, como si, reconocieran que es la mejor etapa de la vida.
Al llegar la pubertad comienzan a cambiar físicamente, pero no su mentalidad, aún siguen siendo tan niños al fin, incapaces de notar su transformación.
Por su parte, otros, llegados a la adolescencia, sueñan con cumplir los dieciocho años a la brevedad posible para pasar a ser adultos independientes. Parecieran olvidar, al instante, su pacto infantil, interesándose más por evolucionar en pensamientos e integrarse al mundo real, descubrirlo y establecer sus propias reglas.
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Así, se enfrentan a los desafíos y conocen lo que vale vivir, saben lo que es caer y levantarse, reír, sufrir, amar, valerse por sí mismos sin tener marcha atrás, justo por saber, que ahora ya no son niños.
Nada como sacar el jugo a la vida y aprovechar todo su potencial. Desarrollar mente y cuerpo, tener opinión, formarse como profesional y defender tus propias ideas, tener creencias, sostener teorías de vida y buscar la autorrealización del ser.
Siendo adulto, conoces los secretos de la vida, los caminos que conducen al triunfo y al fracaso, cosas, que de haberlas conocido antes te abreviarían un poco los pasos, pero de seguro, no se ajustaría a nuestra comprensión. La existencia misma, viene dada por fases, etapas, cada una con su objetivo y su razón.
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Nada se puede adelantar. Sería una locura revelar a un infante la dureza de la vida, todos los sacrificios que vendrán. Algunos hechos como la maldad, la mentira, la austeridad, el sufrimiento o la muerte, pasan a ser cosas dejadas a la suerte del destino, flagelos que plagan el mundo, los cuales tarde o temprano, de alguna u otra forma el ser humano lo descubrirá.
La riqueza desproporcionada, los placeres, la vanidad, lujos, el apego a lo material, también serían motivos, que adelantados podrían afectar la normal evolución del pensamiento y la formación de valores.
No obstante, hablar del amor es algo preciso. Preconcebir una definición de éste, como el factor más importante, forjador de la buenaventura y responsable de la unión de los seres humanos en hermandad, es bueno. justo y necesario. A mi parecer, es algo ampliamente aceptable y distinguible, infundir el principio del amor en toda persona, de ahí derivará toda bondad, paz y esperanzas, formando así, a un ser con calidad humana y sentimientos reales.
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Con el tiempo, pasamos a cierta edad, donde ya hemos probado el bocado de la vida y cada uno de estos aspectos mencionados anteriormente representan algo que manejamos con plenitud. Conocemos de algún modo el objetivo de la vida, descubrimos por nuestros medios los más intrincados acontecimientos que aquejan a la humanidad.
Sabemos, como defendernos y como defender a los nuestros. Reconocemos a gran escala lo que nos conviene. Y habiendo cumplido con gran parte de nuestro ciclo de vida, nos aferramos aún más a ella, la vida, el motivo por el cual vinimos al mundo el cual nos revela su propósito a cuenta gotas, camino que estamos obligados a transitar.
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Nos preparamos para la tercera edad. Queremos tener la suerte de llegar a ser ancianos y alejar de algún modo el sufrimiento, acercando la serenidad, la plenitud y la luz. Anhelamos en lo más profundo todo el bien para los nuestros y por supuesto, para nosotros mismos.
Nos sentamos a mirar por una ventana. Todo lo que hicimos. Lo que estuvo bien y lo que estuvo mal. Sabiendo que el tiempo no pasó en vano. Le damos gracias a dios por nuestro presente y por nuestro pasado.
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Finalmente, buscamos una penúltima razón a la cual aferrarnos.
Después de haber vivido tanto, aún así, solo una imagen se viene a la mente. La silueta de un niño, quién mencionó la más bella realidad que jamás hayamos escuchado. Aunque, en su más grácil estado de inocencia, habló de un imposible...
En lo más ínfimo y recóndito de nuestra memoria. Añoramos. Llega como un flash back, sutil e ingenua, asertiva y soñadora, casi mágica, a la vez, sabia y misteriosa.
Aquella voz, que en el pasado, mencionó:
¡Para toda la vida, quiero seguir siendo un niño!
Contenido original
2022