El extraño que entró a la casa y la familia sin saber quién era

in hive-111825 •  3 years ago 

Un gran saludo a la comunidad de #writingreviews y a todos sus miembros hoy traigo una historia sobre un extraño que entra a una casa y la familia sin saber quién era

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Alguien abrió la puerta sigilosamente, con esa habilidad del salteador de viviendas en la noche. El perro no se percató, dormía ajeno a su instinto defensor que usaba con frenesí durante el día. Mi mujer estaba ausente, en ese sueño que trae el desgaste diario de una familia numerosa.
Y los niños.. Los niños!!! Ahí la preocupación se elevó a su máximo exponente. Que se lleve lo que quiera pero que no los toque.

Era un sonido apenas perceptible. Me había cogido en vela, los problemas económicos hacían tambalear el estado de bienestar mientras mi mujer e hijos soñaban con unas vacaciones en un hotel en la playa.

No sabía cómo enfrentarme a este revés económico, la crisis familiar y, ahora, al intruso nocturno que ignora que aquí más que llevarse, debe traer.

Cómo en las películas cojo el atizador de la chimenea y bajo al amparo de las sombras. Desde arriba compruebo que la puerta principal está segura. Esa cerradura que puse en un amaño casero me libro de una costosa alarma.
Es por la cocina, se levanta el perro y me sigue perezoso. No hay duda de que el ruido es en la cancela.

Podría llamar a la policía pero antes quiero verle la cara, un vecino, un acreedor, un forastero...
En mi favorable posición veo que va cubierto. Estos ladrones van preparados por si hay cámaras de seguridad. Pero porqué no van a casas ricas, que obsesión con robar a pobres que se defienden como gatos panza arriba.

Atila lleva un nombre que no le hace honor, es que ni se ha dado por aludido. Los niños y sus mimos lo han amansado hasta el extremo de ir detrás mío.

Ha conseguido abrir la cancela y mi mente se desvía hacia la cantidad que me va a costar arreglarla. En un instinto de rabia contenida abro la puerta de la cocina para evitar que la rompa y le enfoco con la linterna.

Ese elemento sorpresa lo descoloca y cae al suelo.
Ahí el perro se lanza y lo inmoviliza entre ladridos. Llamo la policía y cuando acuden el hombre se ha ido. Le he dejado escapar. Lloraba desconsolado porque no tiene nada y su familia está en una situación extrema.

Saco de la cocina leche, galletas, tomate y pasta.
Lo agarra como un tesoro y huye en la oscuridad seguido por un Atila festivo.

Mi mujer no se ha enterado y yo me siento más relajado. Mis problemas son de gastos superfluos pero ese hombre tenía hambre.

No supe quien era, no le reconocí, no me dio tiempo para ofrecerle ayuda, la noche, el perro, la policía... Todo un cúmulo de circunstancias que abortó un intruso que me hubiera vaciado la nevera pero que no pretendía robar ni hacer daño extra.

Nos ponemos alarmas, perros peligrosos, cancelas y escopetas para que el otro no llegue hasta nuestro núcleo, nuestra zona de confort, olvidando que fuera hay muchos que carecen si quiera de ese rincón que llamar mío.

Autor: @wiliangel

Muchas gracias por leer mi publicación espero les guste, sin mucho más que decir me despido y un fuerte abrazo para todos

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