"Fui feliz y en la eternidad lo seguiré siendo".
Un hombre apuesto donde la belleza era extremadamente inimaginable. Al pasar las mujeres suspiraban y olisqueaban su perfume al caminar.
Los hombre refunfuñaban llenos de envidia por aquel forastero apuesto, sintiendo celos de que los suspiros de sus esposas fueran robado por aquel hombre.
Pobre joven apuesto que tenía un tercio de ese pueblo en su contra y lo sobrante era sólo codicia de tenerlo para ellas, tratando todo lo posible de enamorarlo con sus encantos, la lujuria le cegaba la vista que no se percataban del dolor detrás de esos lindos ojos y nadie se detuvo al preguntar.
Tantos sucesos que habían ocurrido en tan poco tiempo en su vida que sentía que ese lugar le ofrecería la pequeña paz que necesitaba para poder despojarse de toda esa angustia que estaba presa en su pecho, quemandolo y consumiéndolo cada segundo.
Y a pesar que la sonrisa que dibujaba en su rostro era más lejana que sincera, que antes su mirada tenía un brillo tan cautivador... tan atrayente, ahora eran tan opacos como un cielo gris. Esos orbes verdes estaban rodeado de pesadumbre y aún así nadie lo notaba.
Trataba y luchaba con todo lo que sucedía dentro de si, queriendo volver hacer él mismo de antes, queriendo volver a sonreír sin sentir dolor.
Si no fuera porque se quedó imaginando una vida en ese lugar, un nuevo comienzo no hubiera pasado esa tragedia. Niño lindo corre que los lobos vigilan tus pasos, acechando su presa y buscando el mejor momento para atacar.
Un hombre que aparentaba estar fuerte, olvidando su vida pasada intentando estar seguro de si mismo queriendo volver hacer como antes. No imaginaria cometer ningún error, y mucho menos sentir que la invitación de aquellos hombres fuera la última que recibirá en su vida. Que el sabor amargo de aquella bebida ocasionará que su boca saliera ese rojo escarlata.
Con una parte de su conciencia aún viva, con su mirada perdida en aquel cielo gris deseo estar en los brazos de su amada, de su bella esposa, de escuchar la risa de su pequeña Isabell. Agradeciendo que pronto estaria con ellas ya que todo arrepentimiento se fue de su ser con ese trago. Agradeciendo a esos hombres que lo miraban con desprecio y diciéndole gracias a la vida porque su final había llegado.
Con sus últimas palabras pidió perdón al aire, por a ver odiado su existencia desde el momento que le arrebataron a su familia y en ese momento todo malestar que lo abrumaba se fue deslizando por todo su cuerpo donde le dieron la bienvenida a la queridisima paz que jamás creyó que llegaría.
Corre joven apuesto que los brazos de tu amada te espera y la risa de tu hija te abrazara el alma.
El último suspiro.
Me obsesione tanto en una música que quise plasmar algo de ella y agregándole lo que la mayoría de las veces se nos pasa por alto y que son los sentimientos ajenos. Estamos tan sumergidos en nuestro propio mundo que olvidamos las luchas que pasan nuestros seres queridos sin tomarnos el tiempo de preguntar si están bien.