Desde que llegó Bigotes a nuestro hogar hemos sido testigo de lo terriblemente rutinarios que son los gatos. Ya nos habían advertido de este comportamiento, pero jamás pensaba que era a tanto nivel.
El "día" de Bigotes comienza a las 5a.m., hora en la que entra en nuestra habitación y empieza a maullar para que le sirvamos un sobre de su alimento húmedo. A esa hora me dispongo a levantarme, ir a la cocina y servirle su comida, luego me voy a dormir un rato más.
Luego de comer su primera comida, sale al balcón a hacer sus necesidades. Se queda un rato después mirando hacia afuera y entra de nuevo a la casa a dormir un rato en la cama con nosotros. Si ya ha salido el sol y aún seguimos durmiendo, o al menos en cama, empieza a maullar de forma particular para que todos en casa se despierten.
Después de haber logrado su cometido de despertar a todos, entonces él se dedica a dormir... nuevamente. A partir de allí pueden pasar 2 o más horas sin que lo veamos, seguramente se va a dormir en uno de sus tantos escondites. Cuando se va acercando la hora del almuerzo, Bigotes se deja ver por el área de la cocina viendo si puede comer de algún resto del almuerzo que se haya caído al piso, o que alguno de nosotros nos apiademos de él y le demos un poco.
Luego del almuerzo llega la hora de la siesta en el sol. Todos los días se acuesta en una zona en específico de la mesa de la cocina y allí se queda hasta por 1 hora. Se llega a poner caliente pero a él le encanta tomar el sol.