OMAR KAYYAM Y LA EVOCACIÓN DEL VINOedixorosales (47) in hive-138464 • 3 years ago (edited) OMAR KAYYAM Y LA EVOCACIÓN DEL VINO En Extremadura un concurso de Haikús para evocar el vino. Recuerdo la invitación a la lectura de los poemas finalistas con música y festín. Recuerdo mi juventud, mis poemas colocados en la puerta de mi casa después de un trance tocado por Dionisos. Todos de alguna manera lo hemos sentido. El canto se entrecruza con el nacimiento de la noche y el sumo del fruto del hijo de Semele te hace un dios. El poema ganador: “Sol de la tarde: / sobrevuelan la viña / unas cigüeñas” del escritor español Rafael Castillo, realmente es un magnifico texto que expresa la fertilidad de la planta de la vid en las viñas de España, aunque el texto lo siento más bien de espíritu Apolíneo. Tal vez sea Omar Kayyám (1048-1131) el poeta más importante evocador del vino. La ciencia también le adeuda brillantes resultados. En matemáticas dio métodos para hallar soluciones de ecuaciones algebraicas cúbicas usando propiedades geométricas de las cónicas y en Astronomía inventó un calendario que todavía tiene vigencia. Sin embargo le ocurre algo semejante a lo de Ernesto Sábato el famoso autor del Túnel, el mundo platónico es demasiado ideal y el absoluto está en los instantes que se alcanzan, ya sea a través del arte o en la firme creencia que, lo importantes es vivir, o como diría un crítico de la literatura árabe, la adecuación de la poesía a la vida. En el primero se manifiesta esta metamorfosis, al aislarse varios años de su vida en una íntima revisión espiritual, y en Kayyam que es el caso que nos ocupa, en un éxtasis o sensualidad de la vida, de sus instantes: “De cuatro cosas vive el corazón, el espíritu y el cuerpo: del agua fluyente y el jardín, el vino y el bello rostro amado”. Cuatro premisas que yacen en un círculo existencial del que no sabemos de donde hemos venido y a donde iremos. De la ciencia a la poesía fue un salto necesario y trascendente en su larga vida. Su obra compuesta de hermosos cuartetos llamados los Rubaiyyat, poemas de hedonismo profundo y de un escepticismo comparado a los aforismos de Friedrich Nietzsche. No se sabe exactamente cuántos cuartetos escribió el poeta, ya que la mano sigilosa de copistas y traductores los ha multiplicado como los panes del evangelio. El primero en dar a conocer los Rubaiyyat en occidente fue el notable poeta inglés Edward FitzGerald, a quien se le acusa de dar una traducción íntima, centrada más en la belleza y en el misterio de los versos del persa que, en la literalidad. Otros traductores han resaltado más el carácter sibarita del autor, e incluso algunos su sentido místico; pero como dijo Jorge Luis Borges, el autor del Aleph, acerca de la obra de William Shakespeare, es el espíritu del gran escritor el que se impone a las malas traducciones e incluso a las pésimas representaciones. Cada traductor lo que ha hecho es acceder a los variados matices de una poesía extraordinaria, “a su maravillosa fluidez, a su esplendor de colores, al sentido agudo y decorativo de la naturaleza que forma el telón de fondo para su pesimismo y escepticismo” (Gabrieli), la que permite el despertar de nuestra conciencia ante los valores manipuladores de la religión, y de los instaurados en la sociedad por el poder, así como de las contradicciones a la que te lleva la filosofía y la ciencia: “¡Despierta! Porque la mañana en el cuenco de la noche / Ha disparado la piedra que hace huir las estrellas / ¡Y así! el cazador de Oriente ha atrapado / La torre del Sultán, en un lazo de luz”. La evocación del vino, su permanente celebración, es el tema que central que congrega a las otras inquietudes artísticas y vitales de Kayyam. Ya ésta evocación tiene un espacio, una sensibilidad ganada entre los cultores de la poesía de oriente, recordemos el célebre Cantar de los Cantares, ese hermosos diálogo de ausencias y presencias de los amantes, donde la ebriedad, la sensualidad y el amor se dan la mano en las irreverencias, “en un adentrarse más en los secretos o enigmas del azar, en lo que puede el cuerpo y el cuerpo del deseo” (Vila Riquelme). En hermosas palabras de Kayyam: “Un libro de versos bajo la rama / Un cántaro de vino, un mendrugo de pan, y Tú / Detrás de mí cantando en el Desierto: ¡Ah, Desierto! Eres un paraíso suficiente”. La filosofía Sufí ha reclamado para sí las visiones de Kayyam sobre el vino, aludiendo al sentido místico que el poeta le da al éxtasis por el fruto de la vid producido, más explícitamente dicen que es una metáfora del éxtasis que da el amor divino. Un lector ingenuo de Kayyam, libre de maniqueísmos, difícilmente encuentre esta sutileza en la belleza de sus versos. Si encuentro un sentido de religiosidad (o no religiosidad) en el sabio Iraní es su visión de la naturaleza como un todo que nos arrastra a su seno. Así una rojiza y viva anémona en el desierto quizás es la sangre de un rey, una violeta la señal de una hermosa mujer que una vez hizo presencia, o la arcilla del alfarero un eco de alguien que estuvo cerca de ti. La verdadera embriaguez de Kayyam es la poesía. Poeta conocedor del tiempo como invento del hombre para medir su fugacidad, recordemos que inventó un calendario de una precisión matemática admirable; llega, como ese amante que descubre en el claro del bosque que, el amor es un rayo de luna, a su desapego a los valores espirituales e intelectuales de su tiempo, e instaura una nueva visión del mundo a partir de sus cuartetos, donde el tiempo vivido y pleno es el de los instantes presentes, siendo un sinsentido ocuparse del pasado y del futuro. Su visión amorosa abre una de las páginas más bellas que se cierra en la era de los Abasidas y su esplendente cultura: ¡Oh bien amada! / Secreto / y uno de los más grandes / quiero trasmitirte. // Verdad / de las más trascendentales / que prefiero resumir // con tu amor / entraré en el barro / y con tu amor / del barro saldré”. TEXTOS DE OMAR KAYYAM CONTEMPLA la copa peregrina en la originalidad, en la opulencia de su espíritu, hecha de sutilísimo encanto. ¡Mira! ¡es la púrpura centellante! ¡es el alma del jazmín que se volatiliza con turbadores aromas! ¡No, no, amigo! No sabes definir la copa, toda suavidad, toda dulzura, ¡toda ternura! Es el alma del rocío que se exhala diluida en llamas. ¡QUERIDA DE MI ALMA! Tienes la suavidad de un resplandor de luna! ¡Toma el cántaro de vino, empuña la compa y ve al jardín verdeante a esparcirte junto al río murmurante! El mundo burila diariamente con aterciopelados regazos de mujeres fascinantes, copas y cántaros ¡cien y mil veces! ESTA NOCHE Aterciopelada Por la caricia de la luna Sorberé la bebida Burbujeante en la copa de cristal. Oyendo canciones de amor mi alma quedará embebida entre dos copas de vino, Tendré, primeramente que alejar la razón y divorciarme de la religión. Las soltaré, la devolveré al seno de la libertad. En seguida, me uniré para siempre a la doncella esencia de la uva, que me dará las primicias de su cuerpo. hive-138464 ensayo poesia spanish critica turron p