Como muchos venezolanos sabemos, el 8 de septiembre se celebra de manera efusiva el día de la Virgen del Valle, patrona del Oriente del país, de los pescadores y de los marineros. En mi casa, desde hace treinta años conmemoramos esta fecha en familia. Yo tengo quince años bordando el vestido para ella, ya que es mi manera de homenajear a quien fuera la madre de Jesús en la tierra, un vientre de niña que lo cobijó en sus entrañas y que sufrió al verlo en la cruz dando su vida por la humanidad.

Este año quise bordar en el vestido las iniciales del nombre de mi sobrino Anthony Ferrer, quien se unió a las estadísticas de los que han muerto de la covid-19. Mi sobrino falleció el año pasado, en la tierra hermana de Colombia, lejos de nuestro calor familiar; y fue un duro golpe, del cual solo nos hemos ido recuperando gracias a que nos aferramos a la fe y a la imagen de la virgen, quien nos dio una lección de vida al ver de cerca los castigos que le propinaban a su hijo y tener la fortaleza para acompañarlo hasta su último suspiro.

Este año se celebraron 100 años desde que se decretara que la Virgen del Valle era la patrona del oriente del país. Así quedó mi vestido. Pero les mostraré el proceso y haré una breve descripción de la realización del mismo.

Luego procedí a bordar los colibríes que estarían en lo que simula la capa del vestido.

La misma técnica de bordar con listones (cintas), utilicé para hacer el jardín donde estaban los querubines.