Concurso acelerador Steem4nigeria Semana 63: Las mentiras que creí cuando era niño

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▶️¿Cuáles fueron las mentiras que creíste mientras crecías?

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Entre las mentiras que recuerdo de mi niñez porque en verdad condicionaban nuestra existencia se encuentra, en primer lugar, la que aseguraba que si comíamos cualquier fruta en la mañana sin habernos tomado la leche corríamos el riesgo de envenenarnos. También nos decían los adultos que a los pequeños que jugaban después de las diez de la noche se les aparecía algo muy terrorífico y dañino que llamaban "la mano peluda". Y la más cándida y hermosa de aquellas falacias era que el Niño Jesús, a la media noche del 24 de Diciembre les regalaba juguetes a los niños que ya estaban durmiendo y se habían portado bien durante todo el año.

La primera de esas mentiras pretendía evitar que consumiésemos alimentos inadecuados antes del desayuno formal, en el cual nunca faltaba la leche y el pan o la arepa, acompañados de alguna proteína. Es necesario destacar que en el pueblo donde nací siempre había algunas frutas en los árboles que podíamos degustar, y nuestros padres creían con firmeza que eso no era conveniente como primera comida del día. Con respecto a "la mano peluda", es evidente que intentaba que los pequeños se fuesen a dormir temprano y no pretendieran estar jugando a tan altas horas de la noche; y el hermoso cuento del Niño Jesús se centraba en el presente navideño que los progenitores compraban para sus hijos y, por medio de ese relato, afianzaban nuestro amor y acercamiento al Dios cristiano, mientras que al mismo tiempo nos incentivaban a comportarnos bien.

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▶️¿Cuál fue tu reacción al descubrir la verdad siendo adulto?

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Cuando descubrí la verdad, en lo que respecta a las dos primeras mentiras, no experimenté ninguna reacción impactante. Pensé simplemente que ya se había aclarado el asunto y que en esos momentos, siendo un adolescente, no valía ya la pena estar ingiriendo alimentos, a primera hora de la mañana, que no estuviesen dentro de lo que acostumbraba desde siempre a desayunar y que podía, si se presentaba la oportunidad, jugar muy tranquilo, después de las diez de la noche, sin el temor de que se apareciera la mano peluda para atormentarme.

Descubrir que el Niño Jesús no existía sí me sumió en una mezcla de rabia y tristeza al mismo tiempo. Era bonito imaginar que el Dios recién nacido se preocupaba porque yo y todos los niños amaneciéramos felices con nuestros juguetes el día de navidad. Se transformaba en algo doloroso constatar que esa ilusión decembrina desaparecía para siempre y que mi etapa de niño se estaba marchando para darles paso a realidades que no estaba preparado para afrontar.

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▶️¿Estás de acuerdo con decir mentiras a las mentes jóvenes en un intento de protegerlas o prefieres llamar a las cosas por su nombre?

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Soy partidario de que, al menos a los niños, se les alimente la imaginación con historias que les permitan soñar, que les proporcionen ideas sobre un mundo mejor, más humano. Hay verdades que su mentalidad no puede procesar con la debida madurez, por lo tanto, lo ideal es que disfruten a plenitud, con toda la inocencia y candidez de esos años, esa maravillosa etapa signada por la ternura y las fabulosas invenciones; no es adecuado que dejen de ser niños antes de tiempo.

Una vez que se pasa esa etapa de la existencia, viene esa intrincada fase en la que los jóvenes deben conocer las cosas por su nombre, pero procurando que, al mismo tiempo, conserven la capacidad de soñar, de pensar en eventos grandiosos que los motivarán a buscar los más resonantes éxitos. No es nada fácil, sin embargo, es el equilibrio al que debiéramos aspirar para que la existencia no se convierta solo en una implacable agenda que debemos cumplir con rigurosidad.

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