El mundo del silencio.
Amo escuchar las historias de la abuela Isabel, esas en las que cuenta que la gente hablaba entre sí, en las que relata que la gente era feliz y aunque discutían siempre había ruido en las calles.
Me da tristeza ver su mirada triste y vacía mientras nos cuenta esa historia, una que se ve tan lejana en este mundo silencio impuesto por ley y salud.
A veces le pregunto a mi madre si recuerda esa época de la abuela, ella siempre me dice que apenas tenía los tres años de edad, entonces habré su caja de recuerdos y me enseña sus fotos de niña, en donde se ve feliz, donde juega y sigue a las palomas en medio de sol, veo esas fotos y siento que son parte de una película que se detuvo en el tiempo.
Mi madre siempre dice que aún puede oler las flores de esas épocas y que aún siente las risas de los niños al salir, que si cierra sus ojos puede ver los rostros completos de aquellas personas que en lapso de los tiempos se convirtieron en silencios robots caminando por inercia de su trabajo a la casa. Una rutina impuesta por el monopolio, una vida de esclavos, no puedo creer que el año 2059 sea así.
Mañana nos reunirnos en casa de la abuelita Isabel, irá la tía Julieta con mis primas, a mis hermanas les encanta jugar con ellas, además de compartir historias y hablar, hablar y hablar, eso lo podemos hacer solo en nuestras familias, fuera del hogar está penalizado, ni siquiera se puede ver la cara, solo los ojos y nada más, un gesto con la mano para un hola es lo único que se puede hallar.
El abuelo Jorge de seguro tocará la guitarra bajito y podremos bailar y tener un momento de felicidad, ese que vivían a diario por el año 2019, luego de eso fue donde todo cambió, el año 2020 se convirtió en el silencio mundial y a pesar de que han pasado muchos años más la solución a este silencio sepulcral no llega, el coronavirus solo fue el detonante para la verdadera tragedia.
Y aquí estamos, seguimos viviendo, alimentando a los jóvenes de nuestros recuerdos, así siempre dice la abuela Isabel y créanme que le creo.
The world of silence.
I love listening to Grandma Isabel's stories, those in which she tells how people talked to each other, in which she relates that people were happy and although they argued there was always noise in the streets.
It saddens me to see his sad and empty gaze as he tells us that story, one that is so far away in this silent world imposed by law and health.
Sometimes I ask my mother if she remembers that time of the grandmother, she always tells me that she was barely three years old, so I will have her memory box and she shows me her photos of a girl, where she looks happy, where she plays and follow the pigeons in the middle of the sun, I see those photos and I feel that they are part of a movie that stopped in time.
My mother always says that she can still smell the flowers of those times and that she still feels the laughter of the children when leaving, that if she closes her eyes she can see the full faces of those people who in time lapse became silent robots walking by inertia of its work to the house. A routine imposed by monopolies, a life of slaves, I cannot believe that the year 2059 is like this.
Tomorrow we will meet at Grandma Isabel's house, Aunt Julieta will go with my cousins, my sisters love to play with them, in addition to share stories and talking, talking and talking, we can do that only in our families, outside the home is penalized, you can not even see the face, only the eyes and nothing else, a hand gesture for a hello is the only thing you can find.
Grandpa Jorge will surely play the guitar quietly and we will be able to dance and have a moment of happiness, the one they lived daily for the year 2019, after that it was where everything changed, the year 2020 became the world silence and despite the fact that many years have passed, the solution to this sepulchral silence does not come, the coronavirus was only the trigger for the true tragedy.
And here we are, we continue to live, feeding young people from our memories, that is what Grandma Isabel always says and believe me I believe you.
