Prólogo
Hay cosas en el mundo que no se pueden predecir, nadie pensaría y mucho menos yo que mi vida se convertiría en una aventura amenazante y llena de venganza. Una sed por estar frente a la muerte y deshacerme de quienes esa noche destruyeron mi vida, dejando huellas dolorosas en mis memorias. No estaba listo para saber lo tan aterrador que podía ser la vida cuando juegas con fuego, estoy seguro que nadie se prepara para ello. Pero si quería encontrar la respuesta a todo, tenía que hacer cosas que jamás pensé haría para saciar la sed de venganza, solo de ese modo me iba a liberar de los tortuosos recuerdos que me implantaron siendo solo un adolescente inocente que creció para mancharse las manos de sangre corrupta.
Capítulo I:
Leche derramada
Creo que no era el único que estaba contando los segundos para que sonara la timbre de final de semestre en ese salón de clase tan caluroso, parecía que el inicio de vacaciones fuese más largo que las pocas horas faltantes para despedir una temporada satisfactoria de exámenes finales. Mi mejor amigo Pablo estaba muy contento porque sus calificaciones le llevaría a una de las mejores universidades del país, a pesar de que es un chico callado, lo contrario a mí, sabía que se moría por contarme todas las cosas que tenía planeado por hacer esta temporada de verano, pero nadie podía quitarse de encima nuestra profesora, una mujer de edad madura que no faltaba ni un minuto, seguramente moriría con fiebre y regresaría desde la muerte solo para disfrutar de nuestras caras pálidas cada vez que nos venía con pruebas sorpresas. Era más agotador que ver el giro de las aspas ya un tanto oxidadas de los ventiladores girar mientras el reloj de pared sonaba en cada tonada de segundos por correr, estaba esperando con ansias que saliera esa figura tan extraña dentro del reloj anunciando lo que todos queríamos, el final de la tortura.
Reposo mi cabeza sobre el pupitre de madera, haciendo que mi lápiz ruede hasta el suelo, suspiro de aburrimiento y molestia al agacharme para recogerlo pero algo roba mi atención tan pronto como meto mi lápiz en la cartuchera, se trataba de un hombre de unos tantos 40 años según mi perspectiva con aspecto un tanto sombrío por su vestimenta que dejaba poca piel que mostrar, inmediatamente pensé que se trataba de un espía o de alguien que trabajaba para el gobierno de manera cautelosa, lo que si era seguro es que no era conocido y tampoco quería ser visto ya que solo asomo parte de su cuerpo tras abrir la puerta y colocar un pie fuera de auto, parecía que estaba esperando encontrarse con alguien. Tan pronto como se dio cuenta que me lo quedé mirando, subió nuevamente a su auto y salió del estacionamiento del instituto. Era algo muy sospechoso, tal vez podría ser alguno de los padres de mis amigos que no podía reconocer ya que llevaba lentes oscuros, pero pensándolo bien, nunca había visto ese auto estacionado allí antes.
Se me daba muy bien reconocer los automóviles de la escuela ya que suelo distraerme mucho mirando tras la ventana que da acceso panorámico a lo que sucede fuera de nuestro salón de clases. Que molestia pensé, me había creado una duda e historia completa dramática en mi mente, tenía la mala costumbre de llevar mi curiosidad al encuentro de respuesta, sino, no me iba a quedar del todo tranquilo hasta saber la verdad.
—¡Erick despierta!— escucho una voz masculina a un costado de mi oído y siento una mano en mi hombro izquierdo que me hace salir del trance que yo mismo me había creado con todo lo que había pasado hace unos minutos. Al voltear se trataba de Pablo quien estaba de pie a mi lado con su bolso de hombre araña a su espalda listo para esparcir telaraña por todos los edificios abriéndose paso entre el trafico para llegar lo más rápido a su casa y empezar a hacer cada uno de sus planes, o eso era lo que pensaba su mente nerd.
—¿Qué sucede?— le pregunto con voz apagada del aburrimiento que mi cuerpo aun no se liberaba. — ¿Qué no escuchaste sonar el timbre? Todos hicimos un escándalo y tú estabas en otro mundo por lo visto mientras no dejabas de mirar por la ventana— menciona un tanto preocupado seguramente esperando que le contara que había visto algo espeluznante o al enemigo acercarse a nuestro territorio para hacerlo papilla, pero no tenía ganas de inventar una tonta historia, creo que ya estábamos lo suficiente grandes para seguir con esos juegos mentales —no pasa nada, solo estaba pensando en lo divertido que será este verano— le respondí mientras tomaba mi cuaderno y lo guardaba con el resto de las cosas en mi bolso.
Caminamos como pudimos entre la multitud de estudiantes eufóricos por el ya verano, mi mejor amigo me pidió que lo dejase en su casa, y pues teniendo carro no iba a negarme, siendo que también vivía un poco lejos de la universidad. Al subir al auto inmediatamente Pablo sube y coloca música a todo volumen para alardear seguramente a las chicas que estaban cerca, para mí no era necesario que lo hiciera, ya de por si a pesar de ser un nerd en la oscuridad de la vida, se trataba de un chico guapo de 19 años con un cuerpo escultural, podría asegurarlo ya que lo he visto en bóxer cuando se queda a dormir en casa, además todo el mundo sabía que acudía al gimnasio, por lo que era obvio que tuviese un cuerpo de roca, aun así parecía ser para todos el típico adolescente con un tanto de rebeldía para llamar la atención, pero la verdad solo era él, alguien polifacético como ningún otro.
—¿Qué harás esta noche?— me pregunta mientras toma uno de mis cigarros del cajón y lo enciende para luego fumar un poco — pues no tengo nada planeado aunque la verdad estoy un poco cansado — le respondo despojando de sus labios el cigarro para darle una jalada, era algo desagradable, aun no comprendía cómo él y otros amigos de la universidad podían fumar tan libremente, yo al instante de colocar mis labios ya me ahogaba con el humo. —Aún no tienes el toque— dice mientras se ríe de mí y me despoja nuevamente del cigarro para quedárselo. A Pablo lo conocí el primer día de clases, para ser sinceros no era alguien de mi agrado ya que era muy elocuente con las chicas, pero con el tiempo descubrí que es una de las mejores cualidades de él, de ese modo siendo un chico tan extrovertido es como ha aprendido a llevar la vida de una manera más alegre, siendo que fui testigo del divorcio de su familia que lo llevó a distanciarse e independizarse.
El chico de pantalones pegados y camisetas baja de mi auto agitando su mano en agradecimiento por el aventón, a lo que yo le respondo de igual forma para luego seguir mi camino a casa. Ya era un poco tarde, se me había olvidado que su casa queda a una hora de la universidad y que a mi casa seria treinta minutos más, estaba deseoso de comer una rica hamburguesa pero no tenía dinero en mi cuenta y mucho menos efectivo, por lo que mientras veía el sol esconderse en mi camino ansiaba que mi madre me estuviese esperando con una de sus ricas recetas.
Había pasado tan solo una hora cuando ya me encontraba estacionando fuera de mi casa, el camino estaba despejado de carros y los semáforos para mi suerte casi todos estaban en verde cuando me acercaba a los cruces de calle. No podía inventar excusas, me moría de hambre y me gustaba también correr en el auto, seguramente si mi madre se entera me mataría, pero de mi boca no iba a saber absolutamente nada. Bajo del auto para luego dirigirme a la parte trasera a sacar mi bolso y unas cosas más que tenían días allí dentro y que se me había olvidado bajar.
—Ya estás en casa— escucho una voz femenina tras mi espalda que inmediatamente supe que se trataba de mi madre quien me abrazó y me quito el bolso de la espalda. —¡Oh vamos mamá! ya no soy un niño— le digo un poco apenado mirando a los lados en reojo para asegurarme que ningún vecino estuviese mirando el acto que para mí era un tanto bochornoso —pero sigues siendo mi hijo— responde ella mientras se dirige a la entrada de la casa y yo tras de ella.
Desde la puerta principal de la casa podía oler y degustar la carne que se estaba cocinando en la estufa, para mi suerte esa noche mis padres estaban preparando hamburguesas justo lo que quería comer. —¿Todo bien Erick?— pregunta papá quien estaba vestido con un delantal un poco femenino para mi gusto, pero que se me hacia normal verle en su ropa formal de trabajo y encima de ello los delantales que compraba mamá en su intento de avergonzarlo.
—Pues ya estamos de vacaciones así que todo está muy bien— le respondo mientras tomo asiento en nuestra mesa de mármol. Mamá era muy quisquillosa así que podías ver frutas, y demás utensilios bien arreglados sobre la mesa de la cocina, galletas con chispas de chocolates dentro de vasijas de vidrio que ella misma preparaba y a veces te consigues con gomitas en forma de animales, los preferidos de papá. Mientras tomaba una galleta mamá me pregunta por Pablo ya que es muy allegado a la familia, la verdad es que ya era muy habitual así que era como un hermano más y un hijo para ellos —lo deje en su casa, estaba ansioso por comenzar sus vacaciones se le notaba— les digo mientras doy la última mordida a la galleta.
Esa noche estuvimos hablando sobre los planes de mamá en hacer una excursión familia a la cual Pablo también iría y a la cual mi padre como siempre no podría asistir por su trabajo. Yo la verdad no preguntaba mucho a lo que se dedicaba a ciencia cierta, él decía que solo eran negocios extras aparte de su restaurante que heredó de mis abuelos, una gran franquicia de restaurantes de comida Italiana. Muchas fueron las veces que llegaba tarde y mi padre aún se encontraba fuera de casa, llegué a pensar por un momento que se trataba de una infidelidad, pero no estaba del todo seguro ya que se veían muy felices juntos, a de solo tratarse de negocios y ya, por un tiempo pensé en ello y me convencí.
Luego de terminar la velada y cena con mis padres, subí a mi habitación, despojándome de toda ropa y metiéndome en la ducha. No sé la razón por la cual de pronto se me vino a la mente lo sucedido con ese extraño hombre en el estacionamiento, pero intente simplemente relajarme en la ducha mientras mis manos terminaron haciendo algo que todo hombre excitado hace para dejar de tener pensamientos sucios, un gemido entre silenciado junto a una corriente ferviente de pies a cabeza me hizo correr, termine de lavarme, para salir del baño, ponerme ropa interior y lanzarme a la cama a revisar mi celular hasta quedarme totalmente dormido.
Entre que soñaba como casi siempre algo erótico, escucho ruidos que me hace pensar, forman parte del mismo sueño, pero no era así, despierto alarmado pensando que seguramente se trataba de algún roedor en la cocina, baje las escaleras y me dirigí a la cocina, donde no podía ver nada —¿Dónde rayos está?— pregunte al viento mientras estaba del todo ciego en la oscura cocina buscando el interruptor el cual al presionar los bombillos no encendieron, seguramente alguna fase se había caído o se había dañado nuevamente un fusible. Abrí la nevera la cual si estaba funcionando y tome la garrafa de leche ya abierta para dar sorbos directamente de ella, algo que hizo refrescar mi garganta la cual estaba un poco seca. Deje afuera el resto de leche y cerré la nevera para luego ir al cajetín de fusibles en el sótano, al caminar hacia la dirección de la puerta del sótano el cual se encontraba a pocos pasos, siento algo viscoso en mis pies, como cuando tiré sin querer el tarro de miel y lo pise mientras limpiaba aquella noche donde moría por comer algo dulce y mi madre me descubrió a mitad de la noche haciendo que se resbalara de mis manos. Llevo mis manos al pie para tomar un poco de lo viscoso con mis dedos y llevarlo a mi nariz para olerlo, enseguida me asuste porque no se trataba de algo dulce, sino de un olor peculiar que reconocía, se trataba de sangre y a los pocos pasos que di estaba el cuerpo de una persona tirada desangrándose sin signos de vida, inmediatamente quise gritar por ayuda pero mi grito fue ahogado por una mano puesta en mi boca que me somete y arrastra hacia lo más oscuro —tranquilo Erick soy yo, guarda silencio— me dice al oído sabiendo que se trataba de mi padre, a lo cual accedí, me quede callado a pesar del terror y confusión que tenía.
Caminamos sigilosamente hacia las escaleras —quédate aquí en silencio pase lo que pase — dice mi padre —pero, ¿qué está sucediendo? — le replico con voz nerviosa y entrecortada por el susto. —Solo quédate allí dentro y guarda silencio— me repite nuevamente mientras me empuja hacia un pequeño cobertizo que se encontraba debajo de las escaleras y a la que le metió seguro luego de darme la espalda e irse sin mí. Estaba desesperado, quería gritar por ayuda y no dejar a papá solo, imaginando que tal vez el cuerpo en la cocina se tratara de algún malhechor o inclusive de mi madre, pero lo único que estaba en mis manos hacer era guardar silencio y confiar en mi padre.
—¡Búsquenlo! no puede salir vivo de aquí— escucho varias voces y pasos aproximarse hacia mí, lo que hizo acelerar mi respiración y latidos, estaba tan asustado que sostenía mi silencio con ambas manos para que no dieran con el lugar donde yo estaba, pero mi corazón latía tan fuerte que podría tal vez confundirse con el sonido del reloj de pared. De momento escucho varios disparos y quejidos que me hacen llevar las manos a los oídos para que el estruendo no me aturdiera. No sé cuántas horas pasaron, pero todo quedó en silencio, no sabía si gritar por ayuda, lo que sí estaba seguro es que mi padre había muerto porque no había regresado por mí, y seguramente con él mi madre, por lo que cada segundo que pasaba era una agonía para mí, temía por mi vida y sabía que ellos me pedirian que siguiera callado, así que sin darme cuenta entre el terror y el cansancio mis ojos se quedaron dormitados.
Opinión del autor: Alexander es una novela apto para público mayor de 18 años, que se irá desarrollando según las ideas previstas para esta historia, tengo ya en mente varios desenlaces e inclusive parte del desarrollo de la dramática, lo que sí es seguro es que este personaje tendrá que pasar por duras pruebas y convertirse en un hombre fuerte capaz de hacer cosas impensables para descubrir la verdad sobre aquella noche donde trágicamente hubo un derrame de sangre en un hogar donde vivía una familia común y corriente según mi percepción. Pero que además en el transcurso de su camino se da cuenta que gran parte de su vida tal vez había sido una total mentira.
Esta es una de mis primeras historias donde podrás conseguir, suspenso, acción, sexo y tal vez amor, este último aún no estoy del todo seguro, y es una de las cosas que más me encanta, que a pesar de que quiero un desenlace en particular, a veces el dejarme llevar por la historia hace que el autor a mitad de camino cambie de ideas.
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