Imagen tomada de Wikipedia (Cuadro de Francisco Goya: Saturno devorando a su hijo)
Los dominaba a todos, tanto a la población penal como a los guardias, nadie sabe la fecha en que ingresó a la carcel, los condenados más antiguos dicen que él ya estaba aquí cuando llegaron sin embargo su aspecto es de un hombre joven, como de 30 años.
Ojos negros muy penetrantes, de poco hablar, blanco como un papel, aquí en "La perrera" nadie sabe su nombre pero todos le decimos triple 6, justamente por los tres últimos números que se observan en su uniforme. Es el único habitante de la celda al final del corredor del área B, ni los "polis" se acercan hasta allí, se les nota el miedo en los ojos, en la manera como apuran el paso cuando tienen que hacer la ronda nocturna o el cambio de guardia.
Todos le teníamos miedo, sin embargo hay quienes creen que el Triple 6 es un mito, una historia para asustar a los niños, quienes pensaban así terminaban pagando el tributo más caro por su ignorancia (más bien ceguera). Este fue el caso de "El Flaco", líder de una banda de narcotraficantes del barrio Santa Rosa, conocido por su violencia y gusto por la sangre de sus rivales.
El Flaco sabía que si quería tener el control de La Perrera debía deshacerse de Triple 6. Juntó a su banda en el patio y luego se dirigieron a la celda al final del corredor del área B portando armas artesanales, todo indicaba que ese día La Perrera tendría nueva administración. Cinco hombres llegaron a su celda, él los esperaba, nadie vio lo sucedido pero aquello fue una verdadera masacre, cuerpos desmembrados, pozos de sangre, órganos regados por todo el corredor, rostros incrédulos, miradas de pavor y él tranquilo, con el uniforme inmaculado y el esbozo de una sonrisa frente al desconcertado cadáver del Flaco aplastado contra la pared.
Pero el incidente con la banda del Flaco fue el principio del fin de la Perrera, días después se desató el infierno, para los de afuera era un motín para los que estuvimos alli el juicio final. Esa noche el triple 6 salió de su jaula fue directo a la parte alta de la escalera principal donde todos los reos pueden verlo. Los guardias se acercaron con sus armas, él solamente hizo un gesto y empezaron a disparar sus armas entre sí, luego otro movimiento y las rejas de todas las celdas estaban abiertas, como jaurías de perros rabiosos se unieron a la masacre mientras él miraba todo desde lo alto de su pedestal.
Uno a uno fueron cayendo como moscas, tanto reos como polis se unieron a este festival de sangre y muerte en donde Triple 6 era el director de la orquesta. Los cuerpos se apilaban frente a él, como si fueran ofrendas ante un ídolo sobrenatural. No habían más cuerpos, el penal estaba en llamas y sólo dos personas permanecían con vida, una de esas era yo. Él me había visto, sabía de mi existencia, por mucho que me ocultara de la masacre fingiendo ser un cuerpo sin vida se notaba mi respiración. Me levantó del suelo y sonriente me mira, yo estaba aterrado, me temblaban las piernas, el corazón amenazaba con salirse del pecho, de repente me suelta, me da la espalda y camina dos pasos, se detiene, gira la cabeza y me dice calmadamente: "felicidades, eres el ganador", prosigue su camino directo a las llamas, ya no logró observarlo, simplemente desapareció entre el humo, el fuego y la sangre.
Cinco años pasaron de la masacre, hoy ni los escombros quedan de La Perrera. Oficialmente no hubo sobrevivientes ni entre guardias ni reos, tampoco las autoridades se molestaron en indagar si quedó alguien vivo. Ahora tengo otra vida lejos de ese lugar, lejos de ese país, lejos del Triple 6.
Carlos D. Pérez Guerrero / @waraira777