El teléfono era de traga monedas, fue un desastre cómo utilizarlo, menos mal que seguía conmigo la señora colombiana para que me guiará. Al llamar me atendió la esposa de mi primo, que me indicó que él ya me estaba esperando, me despedí de la señora muy agradecida por su compañía, al ver a mi primo le dí un gran abrazo, era mucha emoción para mí verlo después de tantos años. Buscamos un taxi para mí, él iba en su moto, el trayecto fue corto, su casa era cerca del terminal.
Al llegar al lugar, habían demasiadas escaleras en el edificio para llegar al apartamento, ya en la puerta la esposa desde adentro que su perra me iba a recibir también, que me preparará para que me brincará y me ensuciará jaja, fue una cálida bienvenida, llena de alegría, brincos y lamidas.
Le di el abrazo a la esposa de mi primo. Me recibieron con un desayuno caliente, cosa que valore y agradecí en el alma. Lo otro que agradecí fue bañarme, estaba muy sudada, con mal olor, mi cabello daba pena. Despedí a mis primos, porque debían irse a trabajar y yo aprovechar de descansar el resto de la mañana.
Pasamos un fin de semana celebrando estar juntos de nuevo.
Mientras agarraba un poco de fuerzas, para buscar una fuente digna de sustento el lunes.
Búsqueda de empleo
Salí el lunes por la mañana al cyber cerca de la casa a sacar hojas de Vida y empezar mi búsqueda de empleo.
Recorrí las calles de Medellín, llegué a la maravillosa plaza Botero, bellas esculturas, recuerdo el perro y el gato, sin bigotes, los empleados de mantenimiento las decidieron quitar por las muchas veces que las robaron, de cualquier manera, era una belleza.
Pero, mi fuente de trabajo no estaba en la plaza Botero, ni cerca. Estaba a pocos minutos de dónde vivía. En una peluquería, en un esquina, dónde me quedaría hasta el último día que estuve en Medellín.
Anécdotas para contar en ese trabajo, tengo muchas. Cómo en las horas que posaba tratando de hacer un diseño en una uña que me pedía la cliente, que obviamente no lo hacía bien, no tengo esa habilidad de hacer dibujos, ni diseños. Ahora me causa gracia relatar tales historias, pero en ese momento era muy frustrante, no sé cuántas veces pintaba y quitaba la pintura porque lo que me salía era un completo desastre, por más que lo intentaba era en vano.
Pero, no todo era malo en aquél trabajo, ya me empezaban a buscar por un servicio que si hacía bien, el de depilar y dar formar a las cejas.
Además, iba a empezar a formar parte de una bella familia, sin darme cuenta
Continuará...
Gracias por leer
Fotografía tomada desde mi teléfono Samsung S3