El tinglado (Esp-Eng) The set-up

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El tinglado

Más allá de toda la especulación científica he decidido terminar mi experimento. He perdido las piernas en la guerra. Y solamente puedo observar como varias enfermeras vienen y van con su blanco y rojo púrpura. La guerra es solo publicidad que se ha reconfigurado en las mentes de los idiotas. Soy una existencia conectada a una máquina que le temblequean varios relojes de agujas. Siento como bombea algo que parece sangre dentro de este pútrido cuerpo. Pero el cuerpo solo es una proyección ridícula en este plano. Soy eterno, en ocasiones no permito que este zumbido incesante me afecte y puedo recordar los segundos donde caen bombas de racimo. Son bombas tan perfectas que pueden penetrar el acero con concreto. Bombas que pueden oler tu miedo. Escudriñan tu temor de muerte. Reptan en todas direcciones sobre papeles y pequeños mensajes telegráficos desde el Imperio.
Se puede sentir el sutil manejo de manos finas que mueven hilos ocultos. Todo es un humo denso. Su caras son redondas y su piel es como un acero reforzado en odio.
Son de esos señores de esmoquin que antes del desayuno han sentenciado. Al menos a ciento cuarenta y seis mil novecientos cincuenta y tres familias enteras al hambre. Sus trabajos son cerrados mientras se toma un jodido café de estos de las Zarigüeyas (y dale con los animalejos) Les va a llegar al otro día un sobre con la noticia.
Mi familia era muy pobre. Mis padres apenas tenían para darle de comer a los críos.
Entonces vino la guerra. Se peleaba por los derechos de los sin derechos. Por el fracking y la desertificación. Se encontraron yacimientos de tierras raras. Era necesario pelear. Los humanos de otra latitud. No eran humanos. Solo eran bestias corroídas por demonios. Por falsos profetas. Por sus ojos salían grandes lenguas de fuego. Así que era lógico que deberíamos limpiar el honor y la madre patria os contemplaría con plegarias. Seguro que algún penique volvía anclado a los bolsillos.
Al regreso sembraremos frijoles y berenjenas. Tendríamos un status de guerrero del círculo de hierro por la honrosa liberación de alma.
La guerra es tan gris que los huesos se quiebran. Los cuerpos después de las bombas se podían contar en miles.
Los rostros de aquellos hombres eran tranquilos. Su muerte por gas letal era tan asfixiante que la piel se les derretía. No había nada que describir. Todos miraban en la misma dirección. Hombres y mujeres formaban muros, desafiaban el aire contaminado y les entregan la carne a la metralla. Se podían ver pequeñas banderas ondeantes de blanco. Pero las bombas no sabían de colores. Tenían un alma negra que le tictaqueaba, cables y más cables, residuos de fósforo y uranio.
Cada cuerpo destrozado protegiendo a pequeños ángeles, estos niños iban como en procesión hacia el cielo. Todos los ríos dejaron de fluir. Era tanto el horror y la pólvora, que el tiempo se detuvo. Solo las bombas eran perfectas. Aumentaban su furia de bomba y caían con tanta levedad que ahora, apenas puedo escuchar lo que murmuran dos enfermeras.
La máquina arrecia su agonía, de máquina. Me extrae líquido verde de las entrañas. Siento su esfuerzo por las horas. Ahora soy como una de esas bombas que amenaza destruir los sueños. Dejar un agujero profundo en cualquier estepa, en cualquier zona del ártico. Borrar mi mente.
Ellos, los demonios, eran tan humanos, como nosotros.

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The set-up

Beyond all scientific speculation I have decided to end my experiment. I have lost my legs in the war. And I can only watch as various nurses come and go in their purple red and white. The war is just publicity that has been reconfigured in the minds of idiots. I am an existence hooked up to a machine that is jittering with various needle clocks. I feel it pumping something that looks like blood into this putrid body. But the body is only a ridiculous projection on this plane. I am eternal, sometimes I don't let this incessant buzzing affect me and I can remember the seconds where cluster bombs fall. Bombs so perfect they can penetrate steel with concrete. Bombs that can smell your fear. They scan your fear of death. They bounce in all directions on papers and small telegraph messages from the Empire.
You can feel the subtle handling of fine hands pulling hidden strings. Everything is a dense smoke. Their faces are round and their skin is like steel reinforced in hatred.
They are of those gentlemen in tuxedos who before breakfast have sentenced. At least one hundred and forty-six thousand nine hundred and fifty-three whole families to starvation. Their jobs are closed while they drink one of those fucking Zarigüeyas coffees (and give it to them with the animals) They will receive an envelope the next day with the news.
My family was very poor. My parents barely had enough to feed the kids.
Then came the war. They were fighting for the rights of those without rights. For fracking and desertification. Rare earth deposits were found. It was necessary to fight. Humans from another latitude. They were not human. They were just beasts corroded by demons. By false prophets. Out of their eyes came great tongues of fire. So it stood to reason that we should cleanse the honor and the motherland would behold you with prayers. Surely some penny would return anchored to the pockets.
On our return we would plant beans and eggplants. We would have iron circle warrior status for honorable soul liberation.
War is so gray that bones break. The bodies after the bombs could be counted in thousands.
The faces of those men were calm. Their death by lethal gas was so suffocating that their skin melted. There was nothing to describe. They were all looking in the same direction. Men and women were forming walls, braving the polluted air and surrendering their flesh to the shrapnel. Small flags waving in white could be seen. But the bombs knew no color. They had a black soul that ticked, wires and more wires, phosphorous and uranium residues.
Each shattered body protecting little angels, these children went as if in procession to heaven. All the rivers stopped flowing. It was so much horror and gunpowder, that time stopped. Only the bombs were perfect. They increased their bomb fury and fell so lightly that now, I can barely hear what two nurses murmur.
The machine is in its agony, machine-like. It extracts green liquid from my entrails. I feel its effort for hours. I am now like one of those bombs that threatens to destroy dreams. Leaving a deep hole in any steppe, in any arctic zone. Erase my mind.
They, the demons, were as human, as we are.

Translated with DeepL.com (free version)

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