Para mi un abrazo significa el reposo que se da en el cariño. Es una necesidad que se ve cubierta en los brazos del otro. Significa mil palabras de atención en una sola acción. El abrazo es un aliciente para los dolores del alma y los resfríos del corazón. El abrazo es el amor de Dios en los brazos de un ser especial.

Para mi fortuna no tengo un abrazo que necesite recordar así, como quien guarda en su memoria un día con un dejo de nostalgia. En cambio, puedo sentir cada abrazo que recibo de mis hijos y mi esposo todos los días y contenerlos por un rato muy cerca de mi, transmitiendole con ello todo mi amor y las bendiciones del cielo. Sin embargo, puedo hablarles de los abrazos que aunque no son solicitados, mi esposo lee al verme, que los estoy necesitando y que siempre quedaran en mi memoria y en mi corazon.

Como les dije, en casa el abrazar forma parte de nuestra cotidianidad; pero esto tiene una razón, además de que nos encantan. En casa tenemos un par de gemelos con autismo y uno de los rasgos que viene con esta condición es justamente su hipersensibilidad al tacto, y esto se traduce en una especie de rechazo al contacto físico. Pero como también sabemos que ellos aprenden a través de lo que ven, repreoduciendo patrones conductuales, y como padres, no nos damos damos por vencidos; practicamos con cada logro que tienen, por muy pequeños que estos sean. Nos alegramos, nos abrazamos y les felicitamos, en este orden. A partir de esa estrategia, ellos, cada vez que pasa algo que los alegra nos buscan, muestran alegría y nos abrazan y poco a poco se han ido acostumbrando a la idea.

Me encanta abrazar y por esto les puedo afirmar que abrazo con mucha frecuencia.