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_{Flores de Cayena, bajo el radiante Sol de mi tierra. Foto tomada por mi, en el jardín de mi casa.}

Vivo en una región muy cálida y soleada, aún así ésta no es condición relevante que impida la propagación del virus. Las comunidades de mi región se encuentran muy vulnerables ante los nuevos brotes de las variantes que surgieron tras la mutación del virus, aunado al hecho de que muchas personas desatienden los llamados a guardar distancia y precauciones mínimas. Esto ha provocado que los distintos gobiernos locales, regionales y nacional impongan medidas de restricciones de desplazamiento, reunión e incluso con horarios comerciales estrictos que en muchos casos afectan además el suministro de bienes y servicios y por ende, los horarios de atención al cliente.

Esto en líneas generales ha provocado escasez y un aumento significativo de los precios en los productos de consumo masivo, en especial los alimentos.

Como si ya esto no fuera una pesadilla, mi país desde hace unos años ha entrado en una grave crisis política de la que no se ve salida, dónde dos grupos políticos aparentemente "opuestos" están en pugna por el Poder pero comparten la misma ideología, por lo que ambos pretenden aplicar el mismo método en el mundo real dando siempre el mismo resultado, por lo cual la vida normal de los ciudadanos se ha visto alterada y perjudicada. Los servicios públicos están en condiciones deplorables y los servicios médicos muy costosos e inalcanzables para la clase trabajadora.

Y ese es el marco de la situación en la que los venezolanos tuvimos que afrontar está pandemia, casi sin producción, sin servicios y un sistema de salud destruido casi en su totalidad aún antes de la cuarentena.

A estas alturas ni el 5% de la población ha recibido su vacuna a pesar que desde el gobierno central se anuncien grandes logros que en realidad nadie ve ni siente. Entonces lo que nos queda a los ciudadanos es cuidarnos por nuestra propia cuenta y prevenir situaciones riesgosas que propicien nuestro contagio.

Muchos quedamos sin trabajo porque los negocios cerraron o quebraron por efectos de la cuarentena. Tuvimos que dedicarnos a hacer otras cosas para las que no nos habíamos preparado. Quienes además de contar con una profesión y tengan conocimiento de un oficio son los que más han podido reinventarse y adaptarse a la nueva realidad.

Todos los días los planifico por anticipado para maximizar lo que pueda hacer al salir a la calle y minimizar la exposición. Mantengo el distanciamiento social como sea posible y no dejo de usar gel para las manos y las mascarillas. Si uno va al mercado, por ejemplo, es difícil no entrar en contacto con lo que los demás hayan tocado, así que solo queda ser precavido y cauteloso. Hablo con la gente solo lo necesario y nunca encima de ellos, y por supuesto no dejo que hablen muy pegados a mi, eso sí, discretamente

Mi línea de trabajo quedó suspendida desde que comenzó la cuarentena por la condición del país, así que tuve que dedicarme a hacer trabajos más simples para ganarme la vida. No quiero sonar malagradecido, al menos lo que gano es por mi propia cuenta y nadie me está regalando nada. Casi todo lo que recibo es para la compra de alimentos y para enviarle una pensión a mi ex esposa para la manutención de una manada de 26 gatos que ambos tenemos en común y que no podemos desatender, pues porque son nuestros y nadie más los va a cuidar.