...Continuación...
La mujer de la cabaña, estaba acabando de elevar una plegaría en gratitud al caballero de la candela, pues tendría fuego para los alimentos de los próximos días. Cuando sintió los pasos del animal regresar a la cabaña, ya había amanecido; la mujer de inmediato lo acogió y le brindó una bebida caliente; Ribeiro, el caballero le relato lo sucedido con los animales, y ella se echó a reír, comprendo, ven enciende la llama original; le llevaré algo de beber a su viejo caballo, descansa una un par de horas, -le dijo- a la vez le permite reposar al animal, sólo así ambos lograrán terminar la misión.
Cuándo ella salió, el hombre observó a los dos críos que aún dormían, el rancho tenía lo justo, tal vez un poco menos para la vida. Logró cerrar los ojos, la llama iluminaba el rincón donde se estiró. Se levantó y la mujer le ofreció un guisado sabroso, que su estómago vacío bien lo recibió. Sin pensarlo dijo: -volveré- Partió, ya de día logró sortear mejor las dificultades de los caminos, pues su viejo animal, al parecer no veía bien. Sobre medio día recordó que tenía un bocadillo que había conservado desde que aceptará ese alocado desafío; decidió parar en un arroyo y dejar que el caballo reposará, bebiera y comiera algo del lugar.
Se recostó sobre el tronco de un árbol; de pronto entró en un trance, y recordó la escasez y la humildad de la mujer y los críos de la cabaña. Pensó en su esposa, su corazón le decía que llevaba 10 años desde que fue ascendido en el ejército romano, que no le dedicaba tiempo y menos era testigo de cómo vivía al lado de sus tres hijos. Su corazón también le recordó las promesas que le hizo cuando la enamoro. Un relincho del caballo lo devolvió a este mundo; verificó la llama, le agregó un chorro de aceite, aún le quedaba y partió.
Llegaron al amanecer del segundo día a Florencia, un centinela de la puerta de la ciudad, grito e hizo sonar una campana, le dijo: tardaste un día más, debiste haber tenido dificultades, te están esperando, es un milagro lo que has hecho; en minutos se iluminó el pueblo y la iglesia abrió sus puertas; Los niños alocados tropezaron con el caballo e hicieron caer la llama, él centinela logró coger a tiempo la llama y se la entregó al caballero, entra y enciende el cirio preparado; pues está llama se encendió de la misma tumba del cristo que fue crucificado; para nosotros es una bendición del altísimo, que la hayas traído.
Un general del ejército romano le entregó una distinción de alto rango y una bolsa llena de monedas de oro. El caballero, se arrodilló tal como lo hizo la mujer de la cabaña -dio gracias diciendo-: ¡este oro lo compartiré con la mujer de la cabaña y le organizaré un hogar digno a mi esposa y a mis hijos! -Disculpen debo partir de regreso-
El aprendiz dijo al abuelo: -Ya sé- la luz del corazón, cuando reflexionó, es una y la otra es la llama divina que le reveló que había obrado mal con su esposa.
¿es así, maestro?
-muchacho, hoy aprendiste una historia de sanación-
Recuerda:
¡Antes que todo, adquiere sabiduría!
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