La imagen de un un policía de la ciudad de Mineapolis en los Estados Unidos aplastando con la rodilla el cuello de otro hombre le ha dado la vuelta al mundo como un símbolo del racismo en ese país, precisamente por el hecho que el oficial es de piel blanca y su rodillera humana es de pigmentación marrón. Los medios de comunicación y las redes sociales inmediatamente tomaron está situación como una oportunidad para arengar los conflictos de la sociedad estadounidense desde el punto de vista racial, justamente en año electoral.
Haciendo ejercicio mental ¿qué pasaría si el oficial es el marrón (nunca denomino a mis congéneres pigmentarios como "negros" cuando obviamente somos de color achocolatado) y el atacado un hombre caucásico, actuarían de la misma forma los medios y las redes?, desde mi punto de vista pasaría inadvertido porque definitivamente el morbo racial vende mucho a nivel político en ese país.
Necesario establecer que de ninguna manera se justifica semejante conducta para reducir a una persona ya entregada y bajo total control de al menos dos agentes policiales, sin embargo el hecho que esta actuación fue filmada dejando para la posteridad las últimas palabras que dijera el detenido: "no puedo respirar" resulta un momento más que propicio para no sólo retomar la retórica racial en la opinión pública sino también integrar este tema en la palestra política de cara a las presidenciales.
No cabe duda que desde la toma de posesión como presidente de la Unión Americana por parte del señor Donald Trump el tema racial ha tomado parte entre su orientación política, especialmente por la vehemencia con que su retórica contra los inmigrantes latinoamericanos ha calado entre sus seguidores, quienes ven al empresario como un héroe patriota que lucha contra algo que algunos denominan "Estado Profundo" (una especie de logia invisible muy poderosa que mueve los hilos de la economía , política e industria militar del país del norte de América).
Pero últimamente el Presidente Trump ha visto cómo su imagen se ha venido cayendo paso a paso en la medida que el discurso anti "espaldas mojadas" ya no forma parte del tope de la opinión pública, al mismo tiempo que la forma errada como ha venido manejando la crisis de salud por el coronavirus en los Estados Unidos le está pasando factura a nivel de su hasta marzo de este año indiscutida popularidad, sin contar con la grave situación económica que atraviesa el país el cual se acerca a niveles de los acontecidos en el año 2008. Hacer leña del árbol mientras está caído es una necesidad ineludible de sus rivales políticos, por lo que sin duda un vídeo como el del policía blanco oprimiendo con tal desenfado el cuello de un hombre de piel oscura es una bendición para el lado opositor.
Curiosamente bajo el último gobierno demócrata liderado por el señor Barak Obama la conflictividad racial también estuvo de boga en los medios y en las redes sociales, considerando los acontecimientos ocurridos en la población de Fergunson donde una vez más policías blancos están involucrados en la muerte de otro joven moreno. En esa oportunidad la oposición republicana no escatimó esfuerzos para relacionar este hecho con el presidente Obama, que al igual que Trump tenía un especial interés en las deportaciones de inmigrantes hacia México y Centroamérica y pese a su achocolatada tez el conflicto por lo racial nunca desapareció.
Si bien Estados Unidos es un país que dedica esfuerzos a nivel promocional en películas, tv o desde el lado deportivo para vender al mundo la imagen un país integrado, la verdad es que la conflictividad étnica resulta un tema del cual su clase política siempre se va a atar para manejar a su antojo a la opinión pública de cara a recibir algún crédito electoral. Algún día el tema racial pasará a un plano irrelevante cuando las personas se den cuenta que el de la rodilla es un opresor y el del cuello es el oprimido, independientemente del color de la piel.