El caminante recuerda el conflicto mental por el que paso de niño, antes de iniciar los diálogos con su mentor, -el abuelo de la playa- en su entorno primario se respiraba un ambiente de conveniencia a los preceptos y fundamentos morales y sociales.
En los primeros diálogos acerca de los comportamientos éticos personales y sociales, el abuelo lo guiaba para que estudiara los fundamentos sagrados que siempre han dirigido a las familias y a las sociedades, independiente de los comportamientos de sus familiares, amigos y educadores de escuela.
Muchacho, - le decía- debes de estudiar estos preceptos y mantenerte en ellos con una Sana Inocencia, estas instrucciones eternas son la verdadera brújula para vivir en armonía, dignidad y transparencia en todas las relaciones de amistad y de negocios. Debes de aprender y saber que los fundamentos emanados en el monte Sinaí, no fueron pronunciados al azar, ellos señalan la Rectitud Eterna que La Providencia Divina quiere que tengamos en todos nuestros tratos familiares y civiles.
Por tanto haz cambios graduales a medida que los comprendas; pero hazlo de inmediato, luego actuarás tan espontáneamente como el respirar. Recuerda siempre que la sana inocencia, siempre estará en la actitud confiada que tienen los niños, ellos confían en su padre o madre. Pero en nuestro caso, debemos confiar en la luz del Creador Supremo, él desea que vivamos en unidad con fundamentos básicos: “Hijo mío, no olvides mi enseñanza, que tu mente retenga mis preceptos; porque ellos te concederán abundancia de días, años de vida y bienestar” -Proverbios 3:1-2-
El abuelo le decía: ¡por favor!
¡Antes que todo, adquiere sabiduría!
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